Asia

Nueva York

China endurece la represión cultural

La detención de Weiwei, cabeza visible de la disidencia china, se debe a un «delito económico», según el Gobierno pekinés. Para muchos es «una farsa».

El artista en su estudio de Beijing. Su esposa (a la izda.) no tiene noticias de él desde hace cuatro días
El artista en su estudio de Beijing. Su esposa (a la izda.) no tiene noticias de él desde hace cuatro díaslarazon

El artista chino con más proyección en el extranjero, Ai Weiwei, lleva años diciendo cosas que casi nadie se atreve a decir en su país. Lanzaba sus críticas contra el sistema y el Partido delante de todo aquel que quisiera escucharle, firmándolas en internet, plasmándolas en sus obras y recitándolas delante de una cámara de televisión. Cada día con más intensidad, y como si fuese una misión ineludible, centraba su trabajo en dar voz a las víctimas de la apisonadora desarrollista. A finales del año pasado, cuando lo visitó LA RAZÓN en su estudio pekinés, se amontonaban fotogramas basados en escándalos silenciados y en abusos de poder. «Es necesario que me inspire sólo en lo que me rodea. Es lo que tengo que hacer», insistía. A la puerta llamaban personas humildes, poco interesadas en su arte y mucho en su capacidad para convertirse en un altavoz para sus problemas.


Batalla propagandística
«No me callo y asumo las consecuencias», decía, consciente de que en cualquier momento podían ir a por él. Finalmente, han preferido ponerle las esposas en el aeropuerto. Ocurrió el domingo, cuando se disponía a coger un avión a Hong Kong. Desde entonces, no se había vuelto a saber nada de él hasta que ayer un portavoz del Ministerio de Exteriores confirmó que «está siendo investigado por delitos económicos». El miércoles, el diario oficial y ultranacionalista «Global Times» ya iba preparando munición para la batalla propagandística. «Ai Weiwei ha escogido un camino diferente al resto de la gente en su actitud frente a la Ley. Sin embargo, la Ley no cederá ante "disidentes"sólo porque haya críticas de medios occidentales». En su círculo íntimo crece el pesimismo: si nos atenemos a otros casos recientes, todo induce a pensar que el régimen ha decidido sacarlo de circulación por una larga temporada, como se ha hecho con casi todas las voces críticas conocidas. «Tuvo una premonición. Me dijo que pensaba que algo así le iba a ocurrir», dijo a AP su esposa, Lu Qing, quien detalló cómo decenas de agentes habían entrado en su casa para registrar y confiscar ordenadores y documentos, lo mismo que hicieron en su estudio, donde incluso cortaron el agua y la luz. Aunque Weiwei nunca mostró intenciones de abandonar China, es cierto que planeaba abrir un estudio en Alemania y muchos pensaron que quizá estaba dando el primer paso hacia el exilio. Según su madre, cada vez tenía más dificultades para trabajar, «pero nunca creyó que no le darían la oportunidad de irse al extranjero», explicó.


Marcado por la Policía
La Policía lo ha marcado de cerca, e incluso estuvo a punto de matarlo de una paliza en la habitación de un hotel hace dos años. Lo que sorprendía en el mundo artístico pequinés era por qué Weiwei no había sido encarcelado todavía. Fue codiseñador del Nido de Pájaro, el estadio Olímpico de Pekín, aunque a los pocos meses criticó las olimpiadas, que dijo estaban hechas para ensalzar a los políticos. Cada cual tenía su teoría. Se hacía referencia a su pedigrí: su padre fue un comunista prominente represaliado durante la Revolución Cultural, aunque rehabilitado y con amigos importantes. Otros pensaban que no se atrevían por su fama internacional. «Es más fácil que me paren por la calle en Londres o Nueva York que en Pekín», reconocía él mismo, poco después de haber despertado el entusiasmo de la crítica al llenar la Sala de Turbinas de la Tate londinense con pipas de girasol hechas de porcelana. Si alguna vez gozó de ella, al artista se le ha acabado la protección. Como era de esperar, decenas de políticos y diplomáticos de la Unión Europea, Australia y Estados Unidos han pedido su liberación. En Berlín, incluso, se llamó a consulta al embajador chino. Como suele ocurrir, la noticia ha tenido mucha más resonancia fuera, en parte por la férrea censura. Para empezar, sólo una pequeña minoría urbana sabe quién es Weiwei. Incluso entre sus seguidores es difícil encontrar a alguien que sepa que ha sido detenido. «¿En serio? Nadie me ha dicho nada. Siempre os enteráis antes los extranjeros», decía anoche una estudiante de Pekín, admiradora de la mirada provocadora del artista.


El detalle
OTROS ESCRITORES Y ARTISTAS EN EL PUNTO DE MIRA

China está sufriendo una ola de represión como no se recordaba desde hacía años. En los últimos meses, decenas de activistas, abogados, artistas e intelectuales han sido arrestados. Algunos son acusados de delitos económicos y de opinión, otros se encuentran en paradero desconocido. Uno de los iconos de esta elite cultural es el Nobel de la Paz Liu Xiaobo, actualmente en la cárcel. Su mujer, la poetisa Liu Xia, se encuentra bajo arresto domiciliario. Además, ayer se supo que Pekín ha prohibido abandonar, mientras que China al poeta y cantante Liao Yiwu y el escritor disidente Ran Yunfei fue detenido en febrero de este año por promover una revuelta del estilo de las sucedidas en el mundo árabe. La presión sobre los disidentes ha crecido mucho después de estas revoluciones por temor a contagios.