Europa

Historia

Manuel de la Concha por Carlos Rodríguez Braun

La Razón
La RazónLa Razón

Ha muerto mi amigo Manolo de la Concha. Conoció más venturas y desventuras que la mayoría, y las afrontó con elegancia y entereza, incluido el cáncer que finalmente acabó con su vida. Interesado por todo, le encantaban la Historia y la Economía: apenas un par de días antes de morir me llamó para charlar sobre la actual desaceleración de la actividad económica en España y en Europa y sus posibles consecuencias monetarias y financieras. Mi mujer y yo disfrutamos de la hospitalidad de Manolo y María Isabel Falabella durante años, en una casa donde se rinde cálido homenaje a la amistad, la cultura y la buena conversación, y los amigos igual podíamos cenar con Shlomo Ben Ami como con Mario Vargas Llosa, y con mujeres y hombres siempre de relevancia e interés en los ámbitos más diversos, desde la política hasta los negocios, y por supuesto las artes. Conocí a Manolo en los tiempos buenos, malos y pésimos de «Cambio 16» y Juan Tomás de Salas, otra persona brillante que aprecié y que murió demasiado pronto, y mantuvimos la amistad hasta el final. Manolo de la Concha, que fue muy criticado en vida (también después de morir), nunca me habló con rencor de nadie, aunque siempre fue consciente de su pasado y los sinsabores que le había tocado padecer, que hubo muchos y muy duros. Una vez me pidió un favor: me pidió que fuera a dar una conferencia ante los hombres reclusos en la cárcel donde él mismo había estado preso. Fui, claro.