Bruselas

Austeridad y crecimiento por José Clemente

La Razón
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El embajador de Alemania en España Reinhard Silberberg, considerado durante años la mano derecha de Gerhard Schröeder y de Ángela Merkel en Bruselas, inauguró ayer en el Casino de la calle Trapería la serie de conferencias que la entidad Foro Nueva Murcia (FNM) piensa llevar a cabo en la ciudad y que, según José Antonio Ruiz Vivo, presidente del consejo asesor de la misma, pretende traer a la capital del Segura a políticos de primera línea, economistas y expertos en las más variadas disciplinas del saber y la cultura. Sin duda, la presencia del embajador alemán, con los resultados de las elecciones griegas recién salidos del horno, la prima de riesgo de nuevo amenazando a nuestros mercados y la crisis europea en estado cada vez más calamitoso, representó todo un lujo con el que nos deleitaron los organizadores del Foro, aunque mucho tendrán que trabajar en el futuro para mantener el listón donde ellos mismos se lo colocaron ayer.

Por todos es sabido que los diplomáticos no son dados a hablar más que lo justo, lo imprescindible y, a ser posible, sin salirse del guión, por eso cuando están relajados, confiados y a gusto, suelen ser discutidores de primera y algunos, incluso, buenos contertulios y brillantes oradores, como le ocurre al más veterano de los nuestros, Inocencio Arias, «Chencho Arias». Pues bien, el embajador Silberberg comenzó su breve intervención recordándonos a un país europeo que entre 2001-03 vivía tiempos de zozobra similares a los que experimenta en estos momentos España, respecto al futuro de su Sanidad y la Educación como pilares del Estado de bienestar. «Pero no les estoy hablando de España -dijo en tono seco-, sino de Alemania, que hace una década se encontrataba con los mismos problemas que ahora tienen muchos otros países de Europa» que no hicieron los deberes a tiempo. «Fueron momentos complicados en los que nos hacíamos las mismas preguntas que ahora se hacen ustedes. Tiempos difíciles en los que el ¿cómo salir de esta? estaba en boca de todos».

También los alemanes se plantearon entonces aquello de si era necesaria tanta disciplina presupuestaria para salir de la crisis, según explica Silberberg, a lo que él mismo se respondió con un sí rotundo, porque disciplina y ajuste no están reñidos con el crecimiento y sí con la competitividad que paraliza todo crecimiento, que «fue el problema al que nos arrastró la unificación de las dos alemanias». A su juicio, la asimilación de la Alemania del Este obligó a la otra Alemania a acometer reformas estructurales de gran calado, muy parecidos al que están haciendo otros países de la UE, y que son imprescindibles para poner la economía en el nivel de competitividad que precisa hoy día.

Alabó la valentía del Gobierno español por la serie de reformas acometidas por el nuevo gabinete de Rajoy y aseguró que esa era la senda más adecuada para recuperar los años perdidos. En la misma línea dijo que debemos ser optimistas, porque las actitudes ayudan al logro de las cosas. Respecto a la deuda dijo que cada país es responsable de sus gastos, y que eso ya viene prefijado desde el Tratado de Maastricht en cuyo articulado se especifica bien claro que las deudas son nominales de cada país y no colectivas de la UE. Preguntado sobre lo que opina ante una hipotética final entre Alemania y España le salió la vena teutónica al afirmar que «mi esposa y yo cuando nos sentamos ante la televisión siempre decimos, vamos a ganar». Es una buena actitud aunque no siempre ganen.