Córdoba
Trasladar con seguridad 7000 toneladas de residuos nucleares
Una vez elegido el emplazamiento del futuro Almacén Temporal Centralizado (ATC), habrá que trasladar miles de toneladas de residuos de alta actividad que hoy duermen, en su mayoría, en piscinas. España tiene un gran bagaje con los desechos de media y baja, pero no con los de alta, que son los únicos que emiten rayos gamma. ¿Qué medidas de seguridad se tomarán? ¿Estamos preparados?
Esta semana se decidía la ubicación del Almacén Temporal Centralizado de Residuos (ATC). El lugar es clave, hasta allí irán unas 7.000 toneladas de combustible gastado procedente de las centrales nucleares y del material que ha de volver de Francia y Reino Unido. Si la distancia que separa a los reactores de la ATC es importante, también lo son las infraestructuras que existan en esa ruta. En España hay bastante bagaje con el transporte de residuos radiactivos de media y baja actividad. De hecho, la Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) ha hecho ya cuatro millones de transportes de estos desechos a El Cabril, en Córdoba. Sin embargo, la empresa carece de experiencia con los de alta actividad, ya que los únicos transportes que se han realizado se hicieron antes de su creación, cuando hubo que llevar «combustible de Vandellós II a Francia y los de Garoña y José Cabrera a Reino Unido», recuerda el experto en seguridad nuclear Eduardo Gallego, profesor titular del Departamento de Ingeniería Nuclear de la Universidad Politécnica de Madrid.
Y son los de alta radioactividad los que más preocupan. Porque son los únicos que emiten radiación gamma, es decir, una onda electromagnética que, para poder parar su penetración, se requiere un «escudo» de plomo, y que producen calor por la desintegración radiactiva que se genera en su interior. Mientras, todos ellos «duermen» en piscinas a la espera de que algún día les lleven a la ATC, que tardará al menos cinco años en construirse. Pero experiencia internacional sí hay. En el mundo se han realizado 30 millones de km de transporte de residuos de alta actividad. ¿Qué medidas de seguridad hay que tomar? ¿Ha habido algún desastre que lamentar?
Aún falta por elaborar un Plan de Transporte para trasladar dichos residuos. Pero hay tiempo, tiene que construirse primero el ATC. Todo apunta a que se tome como ejemplo a Francia, Alemania o Suecia, los tres con experiencia demostrada. Aunque con una diferencia respecto al último país, pues mientras allí el transporte se realiza en barco, aquí se hará por tierra. «En España los residuos de alta actividad se llevarán previsiblemente por carretera y por ferrocarril», dice Gallego.
«Lo más importante –prosigue– es el contenedor, que pesará, una vez lleno, entre 110 y 120 toneladas (de las cuales 30 las pesa el continente). El depósito, de forma cilíndrica, será protegido con una capa de acero de 20-25 cm de grosor. En su interior, unas capas de aislamiento evitarán que salga la radiación al exterior. Además, los containers tendrán unos vestidores, unas rejillas donde se introducen los elementos radiactivos para evitar que se muevan y se golpeen». Y no habrá que importarlos. «En España hay capacidad para fabricar contenedores especiales. En Santander, la empresa Equipos Nucleares, del Grupo SEPI, los hace», añade.
En caso de incendio
En caso de accidente, si el camión se incendia por el combustible que lleva, el contenedor, al ser «innífugo, resistirá hasta 800ºC de intenso calor durante media hora sin que el contenido radiactivo se deteriore. Tras ese tiempo, empezaría a haber una pequeña fuga, pero no explotaría al no ser inflamable. Los contenedores también resisten caídas de nueve metros de altura, incluso sobre objetos punzantes. Además, aguantan una inmersión de al menos 200 metros de profundidad durante una hora, según los ensayos realizados», asegura.
Algo importante, ya que, aunque no se hayan lamentado incidentes graves, lo cierto es que algún que otro susto sí que ha habido. «En Francia –recuerda–, un camión volcó, aunque no hubo fugas. Otro incidente reseñable ocurrió durante el transporte en tren de residuos entre Francia y Alemania. Uno de los vagones emitía contaminación. Tras la investigación se comprobó que lo que había sucedido es que no habían limpiado bien el vagón antes del trayecto. Esto provocó parar el transporte y la correspondiente sanción a la empresa».
En cuanto al modo en el que se transportarán los residuos, «los camioneros tendrán que ir a una velocidad limitada de 40 kilómetros por hora y con escolta delante y detrás. Además de tener formación en protección radiológica, llevarán dosímetros para registrar el nivel de radiación. Para evitar que el conductor pueda fatigarse en un trayecto largo se llevarán dos conductores y en caso de que tengan que parar lo harán en áreas específicas preferentemente aisladas. De todos modos, la mayoría de los contenedores se transportará por ferrocarril y una vez se llegue al punto más próximo a la ATC se hará en camión. En concreto, por tren se llevarán tres contenedores que irán ubicados uno por vagón y separados entre sí por un vagón vacío, así es como se hace en Francia y en Alemania. Después, se requerirán tres camiones que irán con la señal del trébol radiactivo para llevar cada uno un contenedor».
Al igual que cuando se transportan las piezas de los aerogeneradores, los ciudadanos, en ocasiones, tienen que ir a «remolque» si la carretera es estrecha, podría suceder lo mismo «si se atraviesa una población, aunque se evitará siempre que se pueda». Eso sí, los desplazamientos no serán muy frecuentes. Se prevé que se hagan tres al mes en camión o uno en tren.
Una vez depositados los residuos en el ATC se comprobará que no ha habido fugas. Las probabilidades, según Gallego, son pocas. «Es difícil porque son materiales sólidos. Son barras, no agua. La radiactividad es entre 5 y 10 veces mayor que la que hay en el fondo natural. Pero cuando vas en avión recibes 20 veces más radiación del fondo natural que una vez en tierra».
En barco
¿Cómo vendrán los residuos que tienen que retornar de Francia y Reino Unido? Depende, mientras los de Francia llegarán en forma de vidrio –no de pastillas cerámicas– por medio terrestre; los de Reino Unido (el país cobra a España 330.000 euros al año por los residuos de Garoña) podrían venir por el canal submarino hasta Francia y de ahí por carretera o en barco.
En cualquier caso los filosilicatos de vidrio vendrán en cápsulas metálicas (en vez de barras) de 1,20 m de altura y entre 35 y 40 cm de diámetro. De hacerlo por mar, el barco tendrá doble casco para evitar que se hunda en caso de accidente. Experiencia hay. Reino Unido ha mandado ya en varias ocasiones residuos a Japón por barco. Por medio marítimo es también la forma en la que los transportan en Suecia. Allí, «todos los transportes los realizamos con buques naranjas llamados Sigyn, salvo para distancias cortas, es decir, desde el puerto hasta el almacén. Recibimos entre 200 y 250 toneladas de combustible gastado al año de las 10 plantas nucleares suecas. En la actualidad hay cerca de 5.138 toneladas de combustible gastado almacenado en el almacén provisional», afirman desde SKB, compañía sueca encargada de la gestión de los residuos radiactivos.
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