Historia
Camps ejemplar
Respondamos con sinceridad: ¿qué diferencia hay entre regalar un reloj, una pluma, un Petrus o un traje, cuando casi la totalidad de las personas o las empresas que testimonian su gratitud o sus relaciones públicas están conectados con las adjudicaciones de la Administración? Y aún más importante: ¿es justo que la dádiva, en esta ocasión además presunta, logre la dimisión del presidente de un Gobierno cuando el escenario está a tope de los mismos casos o peores? ¿Cuántos presidentes, ministros, altos cargos y funcionarios deberían seguir el mismo ejemplo? Y no me vale que Camps mintió. En España eso no es delito, de lo contrario la renuncia al cargo sería plato cotidiano tras cada comparecencia pública de un político. En fin, ¡cuán lejos está nuestra Justicia de las palabras de aquel soñador que fue don Quijote: «Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo». Camps ha dado un paso al frente por culpa de la coyuntura electoral, no porque sea culpable ni su acción obligatoria. Ahora debería cundir el ejemplo para todos en sus mismas circunstancias. En cuanto al futuro, vuelvo a Miguel de Cervantes, esta vez por boca de su fiel escudero, Sancho Panza «la mayor locura que podría hacer un hombre en esta vida, es dejarse morir, sin más ni más ….». Como he expresado en más de una ocasión, la Justicia, entre otras cualidades, ha de tener la proporcionalidad. En esta ocasión no ha sido así. Quizás vaya a tener razón mi amigo Rogelio cuando afirma que «la Justicia en España está hecha para favorecer al delincuente». Así es la vida.
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