Ibex 35
Con el agua al cuello
La crisis de la deuda soberana nos puede llevar a una situación crítica. Si la prima de riesgo vuelve a subir por encima de los 400 puntos básicos, podríamos no tener para pagar unos intereses elevadísimos. Hasta el momento no ha ocurrido, y ayer mismo colocamos 3.300 millones en bonos, pero al precio más alto desde 1998.
La cuestión es que la rentabilidad del bono español a largo plazo está por encima del 6%, mientras que el alemán se paga a poco más del 2%. Cuatro puntos porcentuales de prima, o 400 básicos (cada punto porcentual equivale a 100 básicos) de riesgo país. En el año 2004, con Aznar, el riesgo país era cero, pues cero era nuestro diferencial con Alemania. Desde entonces el endeudamiento público español ha ido alcanzando cotas crecientes, pasando de un ratio del 30 por ciento sobre el PIB de 2007 al casi 70 actual.
No es que sea una deuda muy alta (la de Grecia es del 150% del PIB, la de Italia del 119, la de Irlanda del 96 y la de Portugal del 93), sino que la hemos duplicado en poco tiempo por políticas idiotas como los 400 euros, el cheque-bebé o el Plan E de farolas y aceras.
Los grandes fondos mundiales huelen el negocio y ven que la deuda europea es un chollo. Cada día cobran más interés por prestar dinero para poder refinanciarnos, sabiendo que la UE no va dejar caer a ningún país, porque el que tenga problemas será rescatado.
Apostar por la deuda de España implica más beneficio para el inversor, pero asumiendo mayor riesgo por la posibilidad de que no seamos capaces de devolverla. La deuda alemana es del 81 por ciento del PIB, mayor que la nuestra, pero con la ventaja que está menos expuesta a inversores extranjeros. Por eso su interés se paga solo al 2%, muy asumible, y poco rentable para el inversor, aunque sea un valor seguro en el que se refugia mucho dinero que no quiere riesgos. Tiene también Alemania la ventaja de contar con un déficit ajustado, de ahí la exigencia a España de que controlemos el déficit, pues sólo así seremos capaces de reintegrar lo que debemos y trasladar fortaleza a las agencias rating de calificación, para que éstas a su vez lo transmitan al mercado. El problema es que nuestra deuda cada día es más difícil de refinanciar, dado que abonamos un interés altísimo, equivalente a ruina.
Llegados aquí lo único que cabe es que España baje cuanto antes su déficit y reduzca la deuda. ¿Cómo? Zapatero y Rubalcaba deberían saberlo, pero si no, le damos alguna idea: vendiendo edificios públicos, reduciendo el número de funcionarios, eliminando las subvenciones a partidos y sindicatos, cortando las ayudas al cine paniaguado, patrocinios culturales, subvenciones a amiguetes, y metiendo tijera en coches oficiales, gastos burocráticos, publicaciones de autobombo, viajes, dietas, fundaciones, embajadas catalanas, eliminando las Diputaciones, el Senado, numerosos ayuntamientos y las TV públicas deficitarias. Todo eso no lo han hecho, y de ahí que sigamos con el agua al cuello.
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