Roma
Los indignados pero más bien poco por Martín Prieto
En su nueva salida de Don Quijote han dejado la Puerta del Sol como una paella a la anaranjada luz nocturna. Ni una lata de cerveza, ni un puño descolocado, pero la delegada del Gobierno Cristina Cifuentes se equivocó, Esperanza Aguirre la acusó amablemente de ser muy generosa y a la postre la delegada les ha vuelto a dar a los agobiados y cabreados un parque temático de cuatro días sin carpas. Este movimiento es reformista del Estado y no piensa cambiarlo; están entre Cayo Lara que no se atreve y Rosa Díez, que no quiere. Su inspirador el diplomático francés judío Hessel ha sido superado por el franco-búlgaro Tzvetan Todorov que les pide a estos revolucionarios de picnic decisiones concretas. En estos meses de vacaciones hubieran logrado la reforma de la ley electoral, a la que hacían guiños Rubalcaba y Rajoy o hubieran continuado boicoteando los lanzamientos hipotecarios (ilegales pero simpáticos ante la adustez legal). Dicen llevar mil quinientas propuestas bajo el brazo que se les habrá partido y que no se pueden discutir seriamente en una legislatura. Planteamiento de asamblearismo trotskista que sólo conducen al asesinato ordenado por Stalin. Han salido con la ecuación: Sanidad-Educación-bancos en una argumentación mostrenca y dirigida por el PSOE. La Sanidad podrá ser universal con gerencia privada. Lo que necesita la Educación es exigencia a los discentes y motivación a los docentes, y no más despilfarro. Y la reforma financiera o la hacemos o no habrá quirófanos ni pizarras. Estos chicos que nos resultan tan atractivos son más de derechas que Cánovas, otro reformador, aunque ellos lo ignoren y no vienen a cambiar nada de nuestro régimen político. Están de joda, y que lo disfruten. Pero es fascismo controlar las vías públicas. Así comenzó Mussolini con su marcha sobre Roma. Por ahora nada entre dos platos.
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