Feria de Bilbao

De príncipe a mendigo

De príncipe a mendigo
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Todavía un día después Juan Mora estuvo en la mente de todos. Era el runrún que da sentido a los huecos de Madrid el día de resaca. Aunque la de ayer, más que resaca era resacón. Existía la necesidad de comentar los detalles, alzar la voz, sacar pecho y que el mundo entero, o el micromundo si es necesario, se enterase del milagrito de Juan Mora

A pesar de que uno quiere repetir lo bueno todas las tardes si cabe, hay una íntima sensación, una misteriosa revelación que te hace sabedor de que pagarás esa tarde con otras tantas de petardo. Oye, y hasta a gusto. Que hay días que le penitencia no pesa, sobre todo, como era en este caso, si ya habíamos pagado por delante. (San Isidro, tal vez). Ayer las cosas volvían a la normalidad venteña pero con el aroma del día anterior recordándonos lo que fue.

El Puerto de San Lorenzo tenía el crédito ganado en San Isidro pero vino en Otoño con mucha cara (pitones), poco remate y vacío de casta que nos hiciera olvidar los códigos de la presentación. No fue así. Se rajó a tablas el primero, se aplomó el segundo, se dejó hacer sosote el tercero. Rehuyó también la lucha el cuarto, pero ya con peligro, y el sexto cruzó la acera para declararse del malo, el peor. Sólo se dejó hacer faena en el centro del ruedo el quinto, más interesante de juego aunque apuntó más de lo que fue. Nos ilusionó Alberto Aguilar en la confirmación de alternativa con el segundo de su lote. Hasta pensamos en rozar de nuevo el triunfo. Puso ganas con el capote y no dio opción con el engaño. Al centro, muleta puesta, dispuesta y el alma despierta. Fue faena de entrega, algo acelerada, más entonada por el pitón derecho y algo descompuesta por el izquierdo. Pesaba el toro, la tarde y los recuerdos. Se quiso rajar, y lo hizo, el toro de la confirmación. Y lo único que pudo confirmar Aguilar fue su voluntad. No más.

Volvió Urdiales a Madrid con una misión imposible: sacarle pases a un toro paradote, con cara y escurrido de atrás, que no quería menearse. Más le complicó la vida el cuarto. Muy abierto de pitones, abiertísimo, manso y que se entretuvo en regalar violentos derrotes.

Irregular le salió a Tendero el primero de su lote, que ni sí ni no, ni todo lo contrario, y un pieza de mucho cuidado el sexto, en el que respiramos todos cuando le hundió la espada. Eso sí, nada tuvo que ver la vuelta a casa del día anterior. De príncipes a mendigos.


Montalvo y Gerpe, oreja en la matinal
Las Ventas celebró ayer por la mañana la tradicional final de la Escuela Taurina de Madrid. Se lidiaron erales de Dehesa de Calvache, bien presentados, los mejores, 3º y 6º. Álvaro Montalvo, ovación tras aviso y oreja; Fabio Castañeda, vuelta tras petición y silencio tras dos avisos; y Luis Gerpe, silencio tras dos avisos y oreja tras dos avisos. Un quinto de entrada. Luis Gerpe fue atendido en la enfermería de una herida en tercio superior, cara anterior del muslo derecho de diez centímetros. Contusión en la mano derecha, «pronóstico leve».