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La Razón
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El candidato Rubalcaba quiere que los 15 días de campaña le sirvan para hacer cambiar de idea a los cientos de miles de socialistas que según las encuestas han decidido no votar al PSOE y transmitirles que hay razones para confiar en él. De momento, ayer renunció al clásico mitin de primer día de campaña y optó por lanzar este mensaje en un encuentro celebrado en Ferraz con jóvenes voluntarios que colaboran en su candidatura. A esa hora, no se conocían públicamente los resultados de la encuesta del CIS que da al PSOE el peor resultado (121 diputados) y al PP el mejor (195 diputados), pero él sí podía saberlos. Así que prefirió no perder el día justificando los pésimos datos demoscópicos en un acto de campaña ante unos simpatizantes instalados en la desesperanza y utilizarlo para preparar el debate del lunes con Rajoy. Él y su equipo están convencidos de que el cara a cara le puede beneficiar mucho, pues se le da mejor el regate corto que mitinear. Confía en que la reunión del G-20 defienda la inversión pública y consiga así argumentos para defender el despilfarro de su Gobierno, pues aunque ha intentado desligarse del Ejecutivo de Zapatero, nadie olvida que él estaba ahí. En cualquier caso, ningún político sensato se posiciona en contra del gasto público productivo, pero sí de las regalías y dispendios hechos por el Gobierno del que Rubalcaba formaba parte. Si se hubieran apretado el cinturón en cuanto empezó la crisis, no tendríamos cinco millones de parados, ni un déficit por encima del 10 por ciento, ni un paro juvenil cinco veces superior al de Alemania.