Túnez
Los desafíos de la nueva Libia
La comunidad internacional teme que los rebeldes, pese a las promesas, copien los patrones de Gadafi: impunidad, arbitrariedad y abusos sistemáticos
El Cairo- Los rebeldes siempre dijeron que la nueva Libia no podía empezar a andar hasta que Gadafi fuera capturado, vivo o muerto. Ese momento llegó finalmente ayer, después de 8 meses y 3 días de una rebelión popular espontánea que ha inspirado al mundo pero que tendrá que demostrar ahora su autenticidad. Los retos de cara al futuro son muchos y complejos, tanto a la hora de respetar y poner en práctica los principios que se encuentran detrás de la revolución como de evitar cometer errores.
Ahora que Gadafi ha muerto, el Consejo Nacional Transitorio (CNT) puede al fin declarar la «liberación» total del país. Tras ese anuncio oficial, se creará un gobierno de transición en un plazo de 30 días, en 8 meses se elegirá una conferencia nacional, encargada tanto de elaborar una constitución como de convocar elecciones en 18 meses, según la hoja de ruta diseñada por el CNT en agosto. Las nuevas autoridades libias prometieron entonces que el país será democrático y se respetarán los derechos humanos de todos los ciudadanos por igual, pero estos buenos propósitos ya han sido violados en los últimos tiempos por los rebeldes, sobre todo desde la caída de Trípoli hace dos meses. En el último informe de Amnistía Internacional (AI), publicado en septiembre, se denuncia que los rebeldes han secuestrado, arrestado, torturado y matado a gadafistas –sobre todo africanos subsaharianos sospechasos de ser mercenarios del dictador– y no han sido perseguidos, investigados o castigados por ello. Asimismo, AI alerta de la dificultad de las autoridades por controlar a sus combatientes y evitar que éstos cometan violaciones de los derechos humanos, algunos de los cuales pueden ser considerados crímenes de guerra, según las investigaciones de esta y otras ONG internacionales. El CNT no ha condenado abiertamente estas faltas y no ha perseguido a los culpables, en un clima de impunidad que podría parecerse al de la época de Gadafi.
Ésta es una de las principales preocupaciones tanto dentro como fuera de Libia: que los rebeldes copien ahora los patrones de Gadafi, los únicos que han conocido bajo su dictadura de 42 años. Impunidad, arbitrariedad, abusos sistemáticos, nepotismo, burocracia, ineficiencia. Muchos de estos síntomas ya empezaron a aparecer en Bengasi bajo la administración del CNT, que controla desde marzo el este del país.
Por otra parte, la nueva Libia tendrá también que evitar los errores que han tenido lugar en otros países tras una guerra que, aunque relativamente corta y poco cruenta en este caso, no deja de ser civil. El investigador de Human Rights Watch (HRW), Peter Boukaert, advertía de la posibilidad de una insurgencia al estilo iraquí, si los elementos pertenecientes al régimen de Gadafi son excluidos de la sociedad de la nueva Libia. Este riesgo se incrementa considerablemente debido a la gran cantidad de armas que circulan actualmente sin control en Libia, donde el número de proyectiles y explosivo es diez veces mayor a los que había en Irak en 2003, cuando cayó Sadam Husein.
La OTAN vislumbra el fin de su misión
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, dijo ayer que el final de la misión aliada en Libia está «mucho más próximo» y pidió al nuevo gobierno que evite las represalias. Rasmussen señaló que el «régimen del miedo» de Gadafi ha concluido tras 42 años, por lo que Libia puede pasar página y sus ciudadanos pueden ahora decidir su futuro. Rasmussen añadió que la Alianza pondrá fin a su operación «Escudo Protector» en coordinación con la ONU y el Consejo Nacional de Transición (CNT). «Ese momento está ahora mucho más próximo», remarcó. La decisión podría llegar en la reunión que celebra hoy el Consejo Atlántico.
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