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«Don Manuel le felicito por su no designación» por Manuel Milián Mestre

«Don Manuel le felicito por su no designación» por Manuel Milián Mestre
«Don Manuel le felicito por su no designación» por Manuel Milián Mestrelarazon

Manuel Fraga fue mi amigo y mi padre político. Por él participé en la fundación del PP en Madrid (Reforma Democrática Española) y en Cataluña (Reforma Democrática de Cataluña) con manifiesto en catalán. Durante más de 35 años estuve a su lado en casi todas sus etapas, trabajando en esquemas estratégicos, operaciones de prensa y comunicación, en captación de recursos para financiar la organización primera, etc.

Llegué al Congreso de los Diputados en 1989, cuando había trabajado con él desde enero de 1970: me lo propuso en un hotel de Barcelona a cambio de que le hiciera un documento –propuesta para la refundación del partido en 1989–, que en buena parte utilizó e incluso algunas de sus propuestas se trasladaron al Congreso de Sevilla de 1989, donde Fraga cedió el liderazgo a José María Aznar.

Fue el final de una época en la biografía de Fraga y del PP. Era la sucesión del genio político de un hombre excepcional, un estadista de primera, una injusticia más de esa España ingrata con sus mejores hijos. Lo siento como lo digo, sin medias tintas.

Un extraordinario gobernante desaparecido, tal vez por cuestiones generacionales, que no por ideas y pensamiento. Él era quien llevaba la Transición en la cabeza y otros se aprovecharon de sus ideas.

Le quedó remar a contracorriente entre la incomprensión, el insulto o el olvido, de dentro y de fuera de la casa. Y así, conciudadanos, no se puede andar –ni avanzar– por el mundo.
Su sueño fue comandar la Transición española desde la presidencia del Gobierno. Era su proyecto de vida, complicado objetivo incluso para quien fue siempre número uno en todas las oposiciones y carreras.

El Rey, que había recibido abundante documentación de Fraga y de su gente, no lo estimó así; y se perpetuó el error del Gobierno Arias Navarro, al que nunca debió dejarse arrastrar por su patriotismo exacerbado: «Los hombres son para las ocasiones –declaró en la reunión con su equipo sobre su aceptación de la cartera de Gobernación–, de modo que, a riesgo de quemarme, aceptaré esa difícil cartera. La nación a veces impone sacrificios» ¡Vaya si se sacrificó! Fue toda una generosa inmolación política, quizá en exceso generosa, pues ya no había otra propuesta.
El día de la nominación de Adolfo Suárez por el Rey para la jefatura del Gobierno, a eso de las 8 de la mañana llamé a su despacho del Ministerio del Interior. «¡Adelante!». Estaba solo, ni la secretaria, ni el jefe de Gabinete, Carlos Argos. Entré con ánimo solidario: «Don Manuel, le felicito por su no designación. Ahora ya no correrá riesgos y podremos trabajar en el proyecto del partido».

 Fraga me miró a medio camino entre la ira y la tristeza. En ese instante era un ser ambiguo, contenido, con una indignación matizada por su prudencia galaica. Había atado a su otro yo vasco y naturalmente directo. «Mi querido amigo, acabo de hablar con el Rey, que me ha ofrecido seguir en mis cargos. Pero yo le he hablado con la sinceridad y el respeto que en la Edad Media le hablaban los vasallos a su señor». Punto. Nunca supe más de esa conversación, pero me imagino que la grandeza le hizo enclaustrar toda reacción humana.

Su respeto al Rey era absoluto, a pesar de ciertas maledicencias que trataban de descalificarle como republicano.

Él ya presentía el fin de su gran sueño, que años después (1990) reconvertiría en un servicio de 15 años a Galicia, su patria, por la que sentía un amor sólo comparado con el de España. Sus paisanos se lo premiaron, mayoría tras mayoría, y él modernizó Galicia. Como me confesó un día Jordi Pujol en su despacho de la Generalitat, «le devolvió al pueblo su orgullo de ser gallegos».
Ése fue mi don Manuel admirable, que daba la cara ante las derrotas, y sólo tenía palabras de amor para su patria: la grande y la chica. Descanse en paz este genio que nunca descansó.

 

Manuel Milián Mestre
Periodista y ex diputado del PP