Conciertos

Todo Manchester no parece suficiente

Stone Roses y Noel Gallagher convencen, pero no logran la épica

Todo Manchester no parece suficiente
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Era la jornada grande del festival, la de los honores. Regresaban al FIB después de 16 años The Stone Roses, a una plaza donde comenzó su debacle y la posterior disolución. Con el flaco Ian Brown a la cabeza, vestido con un chándal de los de bajar a por el pan los domingos, la banda se volvió a mostrar compacta y, sin malabarismos, entregaron todos sus temas conocidos. A pesar de que sólo publicaran dos discos, su nombre tiene una sombra alargada, por canciones como «Foold Gold» o «Waterfall», que hicieron vibrar a miles de personas, y, con «Made of Stone», llegó el delirio. Brown no soltó las maracas ni un segundo y por un momento volvió a vérsele brillar y olvidar sus tiempos más bajos, que los ha tenido especialmente en su gira en solitario. Todos estuvieron en su sitio, y no sólo evitaron insultarse entre sí ante los micrófonos, sino que terminaron el concierto con un abrazo colectivo que duró unos cuantos minutos.

Antes, Noel Gallagher, otro ilustre hijo de Manchester, había tenido el honor de reunir a la mayor cantidad de público. El mayor de los hermanos de Oasis no logró conmover a las masas hasta que no tiró del viejo y efectivo arsenal de la mítica banda. «Dont look back in anger» sonó como un mensaje para enterrar las amenazas que se han dedicado entre sí los Gallagher (Liam tiene ahora otra formación en solitario) y todo el mundo cantó a coro «Whatever». Hizo algún esfuerzo por interactuar con el público. Trató de dedicarle una canción a todos los oriundos de Manchester que se encontraban en el FIB, y, tras la euforia y los gritos de los interpelados, hubo un fuerte abucheo dedicado por sus compatriotas de otras partes de las islas Británicas, lo que Gallagher recibió casi como una ameaza directa. «¡Oh Oh!», dijo. Aún así luego dedicó una canción a Escocia, y, al cabo de una hora de reloj, dijo «hasta luego».

Antes, el mítico grupo de punk rock de los 70 The Buzzcocks entregaron uno tras otro sus trallazos más conocidos en píldoras de tres minutos. Apoyados en la batería de Danny Farrant, el cuarteto sonó contundente, se les vio en forma y rápidos, muy rápidos. Cuando la noche ya había caído, Dizzee Rascal tomó el escenario poseído y empezó a golpe de un fraseo agresivo, casi como si estuviera lanzando puñetazos en vez de cantando hip hop y su espectáculo pareció una fiesta poligonera.

Exactamente igual que Cristal Castles, que también remiten al suburbio, pero en este caso electrónico. Y por supuesto, nada más lejos que el «show» cándido de la dulce Jessie J, más emparentada con la Disney que con un certamen de esta categoría. Pero eso ya se sabía desde que se conocieron los nombres del cartel de este año. También hubo conciertos exquisitos, como los diurnos de School of Seven Bells y los británicos Fujita & Miyagi. Aunque el balance que se pueda hacer es algo desconcertante e incluso plano en lo musical, la organización está resultando impecable y el grado de felicidad colectiva sigue siendo como siempre: máximos.

 

Menos españoles que nunca
Lo que a simple vista se comprueba, ayer se concretó con números. La afluencia de espectadores españoles ha bajado hasta su cota mínima: entre un 25 y un 28 por ciento de los «fibers» son producto nacional. El público británico e irlandés es el 70 por ciento, es decir, pagan en libras. El director y propietario del festival, Vince Power, se quejó de la subida del IVA a conciertos que hará que aumente el precio de las entradas en futuras ediciones.

 

ANÉCDOTAS DEL ROCK
Springsteen, desenchufado

Bruce Springsteen no pudo despedirse del público congregado en el londinense Hyde Park tras un concierto el pasado sábado, al desconectar la organización su micrófono después de que el artista excediera el horario previsto en media hora. El estadounidense, conocido por sus larguísimas actuaciones, invitó al escenario a Paul McCartney. Sin embargo, ambos tuvieron que abandonar en silencio el escenario cuando la organización desconectó el sonido.