JMJ de Río

El Papa se da el primer baño de multitudes en Madrid

El papa ha llevado a Madrid un mensaje de esperanza para los jóvenes, y éstos le han "pagado"el gesto con el primer baño de multitudes que el pontífice se ha dado en su primera visita a la capital.

Han sido cientos de miles los peregrinos y ciudadanos que han querido aproximarse hasta el pontífice para expresarle su afecto y su cariño, primero en el aeropuerto, luego en los trayectos que ha hecho a bordo del "papamóvil"por las calles de Madrid y finalmente en la Puerta de Alcalá y en la popular plaza de Cibeles.

En la emblemática "puerta"-una de las cinco por las antiguamente se accedía a Madrid- el papa ha recibido la llave de la ciudad y con ella ha entrado simbólicamente en la capital acompañado por medio centenar de jóvenes de los cinco continentes.

Desde allí se ha trasladado a Cibeles, donde los miles de jóvenes que participan en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) han dado "oficialmente"la bienvenida al santo padre, en el que ha sido el primer gran acto multitudinario de los que están programados.

La ciudad se ha teñido de blanco y amarillo -los colores vaticanos-, y las pancartas, los globos, las serpentinas y las flores han engalanado los jardines, las calles y los puentes en los que se han concentrado las decenas de miles de peregrinos que abarrotan la ciudad desde el lunes.

Los ya populares "Sí, sí, sí, el papa ya está aquí"; "Ésta es la juventud del papa"; o "Somos adictos a Benedicto"han sido los cánticos más repetidos y recurrentes a lo largo de la jornada, marcada por las altas temperaturas, que han rozado los 37 grados y que han motivado que bomberos y voluntarios de la JMJ hayan "regado"a los peregrinos.

Víctima directa del sol
De hecho, el propio papa ha sido "víctima directa"del sol, puesto que el escenario desde el que ha presidido la ceremonia de Cibeles estaba orientado de frente a su ocaso, aunque en previsión la organización había instalado un pulverizador de agua y el pontífice ha sido protegido por un gran paraguas.

El primer contacto del pontífice con los peregrinos -tras la ceremonia en el aeropuerto donde ha habido una representación de 2.000 jóvenes- ha sido durante el trayecto hasta la Nunciatura, residencia papal hasta el próximo domingo y donde ha descansado durante varias horas.

Los miles de peregrinos llegados de todo el mundo han protagonizado escenas de júbilo y de entusiasmo, pero también de emoción; así, la joven María, procedente de Miami, ha roto a llorar desconsolada tras ver pasar al papa. "Ha sido un viaje muy largo y muy difícil, y verle pasar tan cerca nos ha emocionado", ha señalado.

Otros no han estado tan ilusionados con la llegada de Benedicto XVI, como Nieves, una voluntaria de Cáritas y creyente que ha opinado que con el dinero que ha costado la JMJ el papa debería irse "al cuerno. De África", ha precisado.

En su segundo recorrido en el "papamóvil", ya con las ventanillas bajadas para sentir y oír el fervor de la gente, el papa se ha dirigido hacia la Puerta de Alcalá, donde han aguardado durante horas, incluso desde la mañana, miles de personas.

Asunción y María Fernanda, mujeres de unos cincuenta años, han esperado durante varias horas sentadas en un banco a la sombra el paso de la comitiva papal, para que Benedicto XVI "se sienta acompañado por donde quiera que pase". De hecho, cientos de miles de personas se agolpaban en las inmediaciones de Cibeles, ocupando todo el paseo hasta la plaza de Colón y las calles Alcalá y Gran Vía.

Fuera del eje central, dos pantallas gigantes colocadas en la plaza de Colón congregaban a cientos de miles de ciudadanos y peregrinos que no dudaron en sentarse en la calzada del Paseo de la Castellana y la calle Génova para seguir la ceremonia.

Estallido de alegría
El saludo de los jóvenes que en representación de los cinco continentes ofrecieron presentes al papa fue seguido en silencio por miles de personas que estallaron en gritos cuando el papa finalmente se dirigió a ellos saludándoles en varios idiomas.

Así quedó claro que los españoles copaban la calle Génova, los franceses y brasileños la plaza de Colón, italianos y americanos se repartían la Castellana, y un pequeño pero ruidoso grupo de japoneses descansaban en un lateral. "Es muy emocionante ver al papa, pero todo es en español y no entendemos; resulta aburrido", ha explicado Yosio, un joven de Tokio que se hospeda en una casa particular junto con siete compatriotas.

En ese momento, el papa anunció la lectura del Evangelio y como una marea, todos los jóvenes se pusieron en pie en absoluto silencio.

Tras la alocución de Benedicto XVI en la que alentó a los jóvenes a no sucumbir a la tentación de "sentirse dioses", la ceremonia concluyó con la interpretación de la Salve en latín, que fue la señal que miles de jóvenes utilizaron para salir corriendo en dirección a la calle Serrano para volver a ver pasar el "papamóvil"en su recorrido de regreso a la Nunciatura.