Fútbol

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Ojeroso por Julián Redondo

La Razón
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Por una vez y sin que sirva de precedente José Mourinho se ha declarado culpable. Con matices. Confiesa que no ha sabido mentalizar a los jugadores y asume la parte alícuota de responsabilidad que le corresponde por el empate y las dos derrotas que alejan 8 puntos al Madrid del Barcelona en los primeros cuatro partidos de Liga. No es una tragedia, aún; sí un serio aviso que ha dejado huella en su rostro. Las bolsas bajo los ojos delatan su sinvivir, o eso parece.

Sólo hace referencia al trabajo de mentalización y esquiva aspectos fundamentales como el táctico y el estratégico en los planteamientos. Ha errado al alinear jugadores saturados o agotados; o desquiciados porque ha sido incapaz de aislarlos de la presión de un resultado adverso y no ha sabido contrarrestar la puesta en escena de los entrenadores rivales. El Getafe y el Sevilla ganaron al Madrid; Luis García y Míchel le vencieron a él.

Con un fondo de armario que envidiaría cualquier técnico de cualquier equipo del mundo, Mourinho se ha enrocado y su reacción para remontar ha sido exagerada e intempestiva. Organizar estampidas con plagas de delanteros no ha sido remedio sino solución desesperada, mala. Descoloca a Özil, exprime a Xabi Alonso, quien con Modric al lado respiraría mejor que con Khedira, desquicia a Higuaín, a Di María, y al final confía a Callejón las llaves del polvorín. «Mou» es más culpable de lo que se confiesa. Recuerda a Cruyff.