Nueva York
Schuman a la caza de carisma
El fotógrafo americano acude a la exposición de su obra en la galería Loewe
Barcelona- Desde su blog, www.thesartorialist.com, el fotógrafo norteamericano Scott Schuman ha logrado que el mundo de la moda mire a la calle. No va a ningún sitio sin su cámara, siempre atento a cómo viste cada ciudad, ya esté en París, Nueva York o Londres –por citar las capitales en las que más trabaja–, pero en cualquier lugar encuentra quinceañeras, madres, jóvenes despreocupadas hablando por sus teléfonos móviles, ejecutivos que esperan un taxi o jubilados de paseo que fotografiar y subir a su bitácora, una de las más visitadas e influyentes del mundo de la moda. Basta con que tengan algo muy difícil de definir, pero que podemos llamar encanto y elegancia.
Ese «algo» que hace especial a una persona y le abre las puertas a aparecer retratado en «The Sartorialist», explica Schuman, «depende de cada uno, de cómo lo lleve. No tiene que ser algo enorme, puede ser un detalle. Yo fotografío diferentes tipos de personas. Mucho tiene que ver con la ropa, pero mucho también con su expresión física».
De moda, de miradas y ciudades, charló con LA RAZÓN este artista trotamundos, cuyos positivos pasaron por la galería Loewe de Madrid en junio y están ahora en la sede de la firma en Barcelona, donde Schuman firmó ayer ejemplares de los libros que recopilan su obra.
España tiene que lanzarse
El fotógrafo ve la forma de vestir en España con optimismo crítico: «En Madrid retraté a dos chicas muy cool –cuenta Schuman–. La generación más joven es algo más aventurera, un poquito, pero aún tiene que avanzar». Y analiza a un país que conoce bien (no es la primera vez que nos visita): «La gente se siente indecisa a la hora de dar un paso y hacer algo diferente. España tiene una historia impresionante en sus artes, pero las dos últimas generaciones habían perdido un poco esa alegría de vestir de manera, no llamativa, pero sí atrevida en los colores, las formas y los cortes, algo especial. Pero creo que volverá».
En los últimos años, la web de Schuman se ha apropiado de una porción del exclusivo terreno de los creadores de tendencias, un poder que él relativiza: «Es algo sutil, y no he tenido la sensación de que podía decirle a nadie "se lleva esto"o "ponte esto otro". Tan sólo tomo fotografías y las comparto. Sé que he tenido influencia en el negocio de la moda, pero cuando voy a alguna ciudad, no trato de documentar su forma de vestir. Lo que ocurre es que en la industria hay personas con sensibilidad que, cuando ven mi trabajo, pueden decir: "Vaya, hay gente ahí que viste de una forma interesante"». Y apunta una virtud sobre su forma de entender la fotografía de moda: «En el pasado, se hacían fotos muy vacías y se colgaban de la pared unas contra otras. Eran tan sólo hechos. Yo trato de capturar más el sentimiento de esa persona en esa calle, en ese contexto». Y añade: «Soy muy abierto en cuanto a fijarme en gente muy diversa. Por ejemplo, mira a esa chica [señala a la responsable de Prensa, Beatriz, ajena a nuestra conversación]: trabaja para Loewe, lleva un peinado genial, sería perfecta para fotografiarla. Tiene algo que puede hacer soñar».
Los retratos de Schuman nos recuerdan que vivimos rodeados de gente atractiva, que la belleza no pertenece en exclusiva a las modelos: «¡Siempre han estado ahí, pero estamos tan centrados en nuestros móviles que la gente no se da cuenta!». Y está de acuerdo en que el dinero no siempre ayuda: «Conozco muchas mujeres que tenían mejor gusto cuando eran jóvenes. Al ganar dinero, con los años, se sintieron en la necesidad de envolverse en ropa con etiqueta de diseñadores famosos, y eso las hizo mucho menos interesantes».
En bicicleta por el mundo
Schuman (abajo, en Madrid) asegura que no prepara sus fotos, «porque nunca sabes con quien te vas a topar. Aunque es cierto que a veces, si veo a alguien que me gusta, espero, aguanto y observo en qué dirección va». Suele ir en bici, siempre que puede, «y me acerco hasta que estoy lo suficientemente cerca».
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