Sevilla
Del chiste por Lucas Haurie
Como broma no tiene ni maldita la gracia; como actuación de un gestor público, raya lo penalmente perseguible; como medida política, se sumerge de lleno en las hondas lagunas de la estupidez; y como acto de sensibilidad humana, roza el sadismo hacia los muchos conciudadanos que lo están pasando realmente mal. El Ayuntamiento se va a gastar muchos miles de euros en la organización y difusión de una versión local de Operación Triunfo. Cuando el alcalde, en su discurso de investidura, aludía a Sevilla como «ciudad del talento» se refería concretamente a imitadores de Los Morancos, réplicas de Juanita Reina y es posible que a algún que otro maletilla con semejanzas lejanas a Pepe Luis Vázquez. A los ojos de las cumbres intelectuales y científicas que pueblan nuestro consistorio (el neurocirujano Beltrán, el ingeniero nuclear Curro, el políglota Luismi, el Fulbright cum laude Gori…), no servimos más que para copleros o humoristas, a parte de para pagar los impuestos que les permiten vivir como obispos. Alguien con sentido común debe detener ese escupitajo a la cara de la miseria, ese tic paternalista tan bananero: el paro en las lindes del treinta por ciento pero el gentío indocto entretenido con unas cancioncillas.
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