País Vasco
El cinismo de Amaiur por Carmen Gurruchaga
Si la premisa es falsa el resultado del planteamiento también lo será. Es lo que sucede con la aparentemente racional exposición de Amaiur respecto a las personas que han sido asesinadas por ETA y a quienes han aplaudido, apoyado o ejecutado esas acciones. El brazo político de la izquierda abertzale equipara a los terroristas con sus víctimas y exige el mismo reconocimiento para unas y otras. A partir de ahí toda la argumentación es deliberadamente errónea, pero aparentemente justa, sobre todo ante el mundo nacionalista, que es el único que le interesa a esta formación. Por eso también es equivocada la justificación que ha buscado para ausentarse del acto parlamentario celebrado ayer en el Congreso En su opinión, la convocatoria «es parcial y no integradora, porque no tiene como objetivo integrar a todas las víctimas». A cambio, sus parlamentarios en Madrid se han ido bajo el emblemático árbol de Guernica para vociferar que «todas las manifestaciones de violencia» han causado mucho sufrimiento en Euskadi y pide respeto mutuo. Y no han ido más allá porque el Constitucional, en el auto en el que legalizó a Sortu, recordó que un motivo de ilegalización es minusvalorar, menospreciar o humillar a las víctimas de ETA; algo que sin duda habrán tenido en cuenta los asesores jurídicos de Amaiur al preparar el «ecuánime» acto político de Guernica. Pero la realidad, lo quiera el partido abertzale o no, es que en el País Vasco hay un banda organizada que lleva cinco décadas aterrorizando, chantajeando y asesinando a quienes no se han doblegado, y que en el otro lado se halla una población civil, mayoritariamente no nacionalista, desarmada, que ha sufrido los envites de los asesinos. Cualquier otro planteamiento es una falacia.
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