La gran comedia se queda huérfana

BARCELONA– El teatro es desde ayer un poquito más pequeño tras la muerte de Paco Morán. El actor, que junto a Joan Pera protagonizó la pareja cómica más popular de los últimos 25 años, con éxitos como «La extraña pareja» o «Matar al presidente», falleció ayer a los 81 años en la Clínica del Pilar a causa de una insuficiencia pulmonar. Retirado de la escena los últimos dos años debido a una enfermedad, murió rodeado de familiares y amigos y deja huérfanos a los amantes de la comedia popular.

Morán, nacido en Almodóvar del Río, Córdoba, el 9 de noviembre de 1930, superó los 50 años sobre los escenarios y su figura dentro de la gran comedia, aquella sin complejos, que busca la felicidad y entretenimiento del público, era más que reverenciada. Con fama de serio y meticuloso, su magnetismo le permitía trasformarse en escena y conseguía despertar la risa incluso a los más reacios.

Más allá del teatro
Se inició en el teatro bailando sevillanas en el huerto de su abuelo por unos céntimos, pero a los doce años ya estaba sobre un escenario interpretando «La muñeca Lulú». A partir de aquí su idilio con la comedia fue constante, género con el que debutó a nivel profesional en 1958 con una obra de Juan Guerrero Zamoras. Antes, tuvo que compaginar su gran vocación con multitud de trabajos, de contratista de obras a dependiente de una ferretería. Incluso intercaló sus actuaciones con trabajos de escaparatista y pintor.

En 1967 se estableció en Vilassar de Mar y tras la gira de «El apagón», de Peter Shaffer, uno de sus grandes éxitos, decide centrar su carrera en Cataluña. Entre sus éxitos de esa época destaca «Cada oveja con su pareja». Además, la carrera de Morán también se desplegó en la radio, con Matías Prats, en la televisión, donde en 1993 incluso protagonizó su propia serie, «Prêt à porter», y en el cine.

Aunque su gran idilio con el público se inició a inicios de los años 90 cuando la empresa Focus lo une con Joan Pera para protagonizar «La extraña pareja», de Neil Simon. Durante ocho años ininterrumpidos, la obra fue vista por más de dos millones de personas. El punto culminante de este éxito fue una función en el Palau Sant Jordi que albergó a cerca de 15.000 personas, algo inédito en la escena teatral. En los últimos años se vio lastrado por diferentes problemas de salud, que le apartaron de los focos. En abril ni siquiera pudo recibir la Cruz de Sant Jordi que le concedió la Generalitat. Su último papel fue en 2009 con «Enfermo imaginario».

Las muestras de afecto y reconocimiento no se hicieron esperar. El conseller de la Generalitat, Ferran Mascarell, reivindicó su talento y aseguró que era «un intérprete que ensanchó el número de personas que se incorporaron a la vida teatral como público».