Cristianismo

Angustia y esperanza por Card Ricard Mª CARLES

La Razón
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El cristiano es el hombre que vive en la ambigüedad de la historia profana, pero con el tesoro precioso de una historia sagrada cuyo «sentido» percibe, y también con las sugerencias de una historia personal, en la que el error y la culpabilidad quedan rotos por la fuerza de la redención. En consecuencia, sería el hombre para quien la ambigüedad de la historia, los peligros de ella no son una fuente de temor y de angustia. «No tengáis miedo» es la palabra bíblica frente a la historia. Más que el miedo, lo que aquí se exorciza es la desconfianza, la «desesperanza», esa desesperanza resumida en el título, que algunos han calificado de blasfemo de «La hora veinticinco», de hace unos años. Es «la hora veinticinco» el momento en que resulta inútil todo intento de salvación, ni siquiera la venida de un Mesías, porque se opina que es el tiempo concreto de la sociedad occidental; es la hora actual, la hora exacta.La esperanza cristiana, que es también la esperanza «para» la historia, es ante todo el exorcismo de este falso profetismo. Esta afirmación tiene siempre un carácter actual. El sentido que puede tener la historia, en su conjunto, es objeto de fe. No es objeto de razón, ni objeto del exclusivo resultado de los actos de los hombres. Sólo es posible esperarlo de una gracia poderosa, capaz de hacer que lo terrible y lo vano den paso a la gloria de Dios. La fe en un sentido oculto de la historia es al mismo tiempo el «coraje» de creer en un significado profundo, aún de la historia más trágica, una actitud de confianza y de esperanza en el corazón mismo de la lucha.