Barcelona

Alicia

La Razón
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La otra noche, en lo del Planeta, conocí más de cerca a Alicia, Alicia Sánchez Camacho, que es como una explosión de vitalidad, de talento y de simpatía. Es curioso que las mujeres del pepé se caracterizan por esas tres virtudes, así como quienes trabajan en la Casa del Rey, que tienen un sentido del humor finísimo, desde el recordado Sabino hasta el actual Spottorno, pasando por Revenga, que va de aquí para allá con las Infantas, o por el ya liberado Hotchleiner. No sé si lo da el cargo o si es una virtud que se les supone, como el valor a los legionarios. Alicia iba con ropa de Agata, pero recordaba a Jackie K.O., con un vestido años sesenta y un abrigo color chicle.
Habló con la mesa entera, desde los más cercanos hasta los que estábamos enfrente, y acaparó la atención de aquel senado con su torrente verborreico. Venía de Galicia y hoy estaría en Madrid, pero lo que le gusta es estar en Barcelona, donde sacó unos resultados históricos en las últimas elecciones, y allí bregar con ese morlaco del nacionalismo, que tan antipáticos hace parecer a los catalanes, no a los que yo conozco, los amigos de la nieve y de las copas, les importa un bledo. Por cierto que a Más lo vi, no sé, más bajito, menos relaciones públicas que otros años, cuando aún no era capitoste de la cosa, le vi falto de esa viveza y esa euforia que los políticos tienen que desprender para animar a sus electores o, al menos, a sus ciudadanos. Alicia estaba exultante, divertida y animada.
Yo creo que ya nos conocíamos, en alguna cena, en alguna conferencia, en algún acto, pero desde esta noche en que el Planeta estuvo más entretenido que nunca, ya seguro que no faltarán oportunidades para que nos encontremos o hagamos lo posible por encontrarnos, sobre todo ahora que comenzamos la carrera electoral, esa maratón de la campaña donde cada día hay que desarrollar el don de la ubicuidad y tener presencia en veinte sitios al mismo tiempo.