Cataluña

Todo menos el ridículo por Toni Bolaño

La Razón
La RazónLa Razón

Josep Tarradellas, el ex presidente de la Generalitat, dijo que en política se puede hacer de todo menos el ridículo. Esta máxima podría aplicarse al alcalde de Arenys de Munt, que ha solicitado una reunión con los presidentes del Parlamento y la Comisión Europea para negociar la independencia de Cataluña.
No es el único que hace méritos. Los partidos nacionalistas negocian una resolución sobre la independencia que no hablará de independencia. Los independentistas critican a CiU por no ir por el camino rápido, pero le dejan hacer. CiU quiere hablar ahora del derecho a decidir, no de independencia, porque convocar unas elecciones sin ambigüedad puede ser un mal negocio. Mas sigue deshojando la margarita para saber si quiere un estado para Cataluña estilo Commonwealth, estilo Puerto Rico, o vaya usted a saber.
No le sale mal la jugada de poner el carro delante de los bueyes porque algunos dirigentes socialistas no tienen pebrots –traducción libre desde pimientos hasta cojones– de plantear su postura federalista –o sea, anti independentista– sin prejuicios. Dicen que el PSC no puede estar en el mismo frente que el PP. No parece que les levante ampollas estar en el mismo frente que los independentistas. Entran en el juego de Mas. El dilema ahora no es el referéndum, el dilema es tener una clara postura ante unas elecciones, que se presumen inmediatas. Seguimos para bingo. El gobierno de Rajoy atinaba el viernes en abrir una puerta al diálogo. El lunes la ejecutiva del PP le da un portazo. Alfredo Pérez Rubalcaba, repudiaba hablar de federalismo. Siete días después abraza la causa federalista. En esta amalgama de declaraciones y contradeclaraciones alejadas del sosiego y la templanza, de toma de posiciones que duran menos que un caramelo a la puerta de un colegio, es de agradecer la postura de Juan Rosell, que ha hecho dos veces en tres días un llamamiento al consenso y al diálogo. Ha alertado de los peligros de la independencia, para españoles y para catalanes. Ha pedido una reflexión, con números, para definir el futuro. Pide una solución política pero parece que clama en el desierto. La desazón reina pero alguien debe poner el cascabel al gato.