Londres

Mari Mar Blanco: «Un día contaré a mis hijas todo lo que consiguió su tío en esas 48 horas»

«Cada minuto que pasaba en el reloj era un tiempo que se le restaba a la vida de mi hermano»

Mari Mar Blanco: «Un día contaré a mis hijas todo lo que consiguió su tío en esas 48 horas»
Mari Mar Blanco: «Un día contaré a mis hijas todo lo que consiguió su tío en esas 48 horas»larazon

Son días difíciles. Cada año, del 10 al 12 de julio mira el latido del reloj con angustia. Da igual el tiempo que haya pasado. Su tictac acompasado le recuerda aquella «maldita» cuenta atrás, aquella sentencia de muerte. Dice que su mejor medicina ha sido el cariño de la gente. Habla de Miguel Ángel como si estuviera presente. Cada rincón de Ermua le recuerda a él y está convencida de que hoy hubiera llegado a ser el alcalde de su pueblo. «Miguel Ángel se negaba a admitir que el País Vasco fuera un lugar formado por gente cobarde».

–¿Un día como hoy mira mucho el reloj?
–Continuamente, y me digo: «A esta hora mi hermano estaría en manos de sus secuestradores». Estas 48 horas son horribles, y aunque hayan pasado 15 años el recuerdo para nosotros es imborrable. Recuerdo perfectamente lo que estaba haciendo en cada momento.

–¿Cómo recibe la noticia en Londres?
–No era capaz de asimilar lo que me decían. Siempre pensamos que lo que vemos a través de los medios nunca te va a ocurrir. La llamada de mi madre, entre sollozos y que casi no podía ni hablar, mientras me dice: «ETA ha secuestrado a tu hermano», no conseguía asimilarlo. Sólo recuerdo las ganas que tenía de escapar. Lo primero que hice fue salir a la calle y correr, sin ninguna dirección, quería llegar a casa lo antes posible. Hasta que no llegué a Ermua y lo vi empapelado con la foto de mi hermano que decía «Miguel, te esperamos», no fui consciente de que lo que me había dicho mi madre por teléfono me estaba sucediendo a mí.

–¿Qué recuerda de aquellas 48 horas cuando llega a casa?
–El reloj formó parte en esas 48 horas de nuestras vidas. Intentaron quitarnos los relojes, pero yo quería saber cada minuto qué pasaba, era un minuto que le estábamos restando de vida a mi hermano Miguel Ángel. Era una cuenta atrás en la que no sabía qué hacer para salvar a mi hermano. Sólo quería salir a la calle, gritar, pedir que le dejaran en libertad. Recuerdo mi insistencia a los representantes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado pidiéndoles que vinieran todos y tomaran el País Vasco. Era mi obsesión, que estuvieran todos.

–¿Fuiste muchas veces a la habitación de Miguel Ángel para tenerle cerca?
–Fui muchas veces cuando ya no le tenía, cuando ya sabía que no iba a volver. Me trasladé a su habitación porque era una manera de sentir su presencia. Era algo que me acercaba a ese hermano que nunca más iba a entrar por la puerta. En esas 48 horas nunca perdí la esperanza. El calor humano que viví en las calles de Bilbao, el grito de clemencia y libertad que pedimos me hizo volver a Ermua con la creencia de que ETA soltaría a mi hermano. Le dije a mi Ama: «Tranquila, que esta tarde Miguel Ángel volverá a estar con nosotros».

–¿Suele volver a Ermua?
–No voy mucho. Viví allí con mi hermano 24 años y todos los lugares me traen recuerdos de él. Me cuesta mucho pasar por la calle donde viví y ver la ventana de su habitación. El ayuntamiento me recuerda a mi hermano en cuerpo presente. Para mí es muy doloroso. Sólo puedo tener palabras de agradecimiento para el pueblo y los vecinos… Fueron los primeros que empezaron a movilizarse y cuando vuelvo sigo sintiendo el cariño y la solidaridad de la gente.

–Después del asesinato tampoco respetaron su tumba…
–Alguna vez rompieron el cristal, las flores que todas las semanas ponía mi madre, las encontraba siempre en el suelo… Al final mis padres decidieron llevarlo a Galicia y está allí, donde saben que nunca van a profanar su tumba.

–¿Le ha hablado a sus hijas de quién era Miguel Ángel?
–Llevo tiempo hablándoles de su tío, saben que lo mató ETA. No son muy conscientes de lo del secuestro, porque les voy contando cosas poco a poco. Sé que el día que sean conscientes de todo lo ocurrido van a empezar a sufrir, como le dolió a cualquier ciudadano. Sólo tienen 6 y 9 años, aunque la mayor me pregunta más cosas porque sus compañeras en el colegio le preguntan. Ellas saben que estos días es el aniversario del asesinato de su tío y me preguntan por qué hay tantas imágenes de él en la tele y en la prensa. Un día nos sentaremos las tres juntas y les enseñaré los vídeos y recortes que tengo de esos días para que sepan no sólo lo que ocurrió, sino todo lo que consiguió su tío Miguel Ángel en 48 horas.

–Los concejales de Batasuna, de alguna manera, marcaron a Miguel Ángel; Bildu está en las instituciones, y Amaiur ; Sortu parece que también… ¿Retrocedemos en el tiempo?
–Hemos retrocedido. Hace 15 años estuvimos a punto de acariciar esa luz al final del túnel para llevar a la derrota de ETA. Recuerdo cómo la sociedad marcó una líneas rojas muy claras que nunca nadie debió cruzar: la no negociación, la no cesión, la unidad política y social y la deslegitimación ética, política y social de ETA. Eso nos llevó a tocar el final del túnel, pero el PNV en aquel Pacto de Estella, en su afán de salvar a toda la familia nacionalista, cruzó la línea; y también el PSOE en el mal llamado proceso de paz que nos llevó a tener una ETA crecida cuando estaba moribunda, que le dio alas y fuerzas para estar hoy tristemente en las instituciones sin haber dado ningún paso de condena. Porque hoy tenemos a aquellos que aplaudieron el asesinato de mi hermano y de tantas víctimas legitimados, pero no forman parte de la vida democrática porque siguen sin condenar a la banda terrorista y sin reconocer el daño causado ni pedir perdón. Y se siguen riendo de los demócratas y haciéndose fotos con asesinos confesos, como hace Garitano.

–¿Ha pensado que puede compartir sillón con los que jalearon el asesinato?
–No es que pueda, es que seguramente ocurrirá. Siento mi total rechazo y repudio. No puedo estar feliz de compartir escaño con los cómplices del asesinato de mi hermano.

– La nueva ley penitenciaria ha sido cuestionada. Teniendo en cuenta que Miguel Ángel fue asesinado por no acercar presos, ¿qué le parece?
–No hay ninguna nueva ley penitenciaria. No ha habido ninguna variación en la lucha antiterrorista y ni en la aplicación de la ley penitenciaria. Dicho esto, a mi hermano le pusieron un plazo de 48 horas por el acercamiento de los presos, pero eso fue un maquillaje que utilizó ETA, porque 15 años después veo claramente que aquello fue una muerte anunciada, una pena impuesta aun siendo inocente. Pero no olvido que en aquellas 48 horas ningún preso de ETA salió exigiendo a la banda que liberaran a mi hermano. No olvido aquel silencio, por eso sólo puedo decir que a mí me importan los presos de ETA lo que en su día a los presos les importó la vida de mi hermano.

–¿Usted se entrevistaría con el asesino de su hermano?
–Nunca. No tengo nada que preguntarle. Al único que le tenía que preguntar fue un juez en el juicio y se negaron a contestar. Quiero que me pidan perdón, porque reconocerían así el daño causado, pero mi obligación no es perdonarles y para eso no necesito ir a verle. Respeto a las víctimas que han tomado esa decisión, pero yo no lo comparto. Sólo pido y deseo que se pudran en la cárcel y así se lo dije. Y que nunca tenga que ver ni su careto ni sus manos manchadas de sangre paseando por las calles, en libertad.

–¿Qué le parece que, coincidiendo con el aniversario del secuestro de su hermano, ETA haga un comunicado?
–Siempre suelen sacar un comunicado por estas fechas. A mí los comunicados de ETA me dan igual, todos sabemos que su manera de actuar es seguir hurgando en la herida de las víctimas del terrorismo, y seguro que lo hacen con ese objetivo. Es más de lo mismo y siguen humillando a las víctimas cuando nos acusan de venganza y no querer la paz. En 50 años han hablado los hechos y los hechos han sido el de la confianza en la Justicia, la no revancha. Sólo espero su disolución incondicional, arrepentimiento y la colaboración con la Justicia.

–¿Qué queda de ese espíritu de Ermua?
–La respuesta social de los ciudadanos ha sido magnífica. Ese espíritu permanece en la conciencia de miles de ciudadanos que hará que la memoria de las víctimas permanezca en el tiempo y que muchos ciudadanos no miren para otro lado y que el nivel de exigencia para acabar con ETA sea el mismo, que sea esa derrota incondicional sin recibir nada a cambio, el grito que hoy claman miles de ciudadanos y no se les dé nada a cambio porque desaparezcan definitivamente de nuestras vidas.