Alimentación

Menú congelado: una alternativa económica pero rica en grasas y sal

Si esta Navidad no quiere pasarse todo el tiempo en la cocina puede optar por los platos ultracongelados para elaborar la cena. Su perfil nutricional dista mucho de lo recomendable, según los expertos y conviene combinarlos con los productos frescos

Menú congelado: una alternativa económica, pero rica en grasas y sal
Menú congelado: una alternativa económica, pero rica en grasas y sallarazon

Si hay algo que caracterice a la Navidad, al margen de los villancicos, los Reyes Magos y Papá Noel, son las comidas abundantes que, en la mayoría de los casos, cuentan con una carga energética y de grasa por encima de lo recomendable. Preparar un menú acorde con las necesidades nutricionales de todos los comensales resulta una ardua tarea, además del tiempo y la destreza culinaria que implica su elaboración. Por ello, los alimentos ultracongelados se han convertido en una alternativa sencilla y económica para disfrutar de la comida o cena de Navidad sin necesidad de invertir demasiado tiempo en la cocina. Pulardas, pavos rellenos, verduras en sus múltiples variedades y un gran surtido de postres son sólo una muestra de la amplia lista que por estas fechas se ofertan en los supermercados y tiendas especializadas.


Para Julio Basulto, diplomado en Nutrición Humana y Dietética por la Universidad de Barcelona y colaborador de empresa de congelados La Sirena, «resultan más económicos por varios motivos. Por una parte, se aprovecha totalmente el producto –el pescado, por ejemplo, ya viene sin espinas y las verduras sin los tallos más duros u otras partes no comestibles–, por lo que sólo se paga por lo que se consume. Por otra parte, al mantenerse en perfectas condiciones durante un largo período de tiempo, se evita tirar producto que no se ha llegado a consumir». En cuanto a su perfil nutricional, continúa el experto, «el producto ultracongelado es un alimento cuya conservación se alarga gracias a la acción del frío. Por ello, mantiene todas sus cualidades y nutrientes, incluso aquellos que en condiciones ambientales normales se pierden o deterioran en poco tiempo». Pese a los avances tecnológicos, lo cierto es que muchos consumidores ven con cierto recelo optar por estos productos en fechas tan señaladas como la Navidad por creencias, a veces erróneas, de que van a degustar un producto congelado en vez de fresco. A este respecto, Pedro L. Prieto-Hontoria, investigador de la Universidad de Navarra, insiste en que «no hay que considerarlos como algo negativo, pero se debe dejar un hueco a las verduras frescas y legumbres. Hay que distinguir entre un producto congelado y ultracongelado, este último se somete a un método que provoca menos alteraciones en su valor nutricional y en sus características organolépticas como aroma, textura y sabor que un congelado tradicional». Asimismo, la doctora María Teresa Barahona, especialista en Nutrición advierte de que «no son lo mismo los alimentos precocinados ultracongelados de los crudos ultracongelados, es decir, podemos comprar verduras, marisco o algún pescado ultracongelado que si lo cocinamos nosotros es posible conseguir un plato saludable. En cuanto a los precocinados hay que tener en cuenta que poseen más grasas y sal que los caseros».

Mejor hecho en casa
Esta misma opinión la comparte Prieto-Hontoria, quien añade que «hay que destacar los altos niveles de sal que poseen los productos ultracongelados frente a uno casero, por lo que no se recomienda en personas hipertensas. Si están elaborados pueden poseer demasiados condimentos que dificulten la digestión. Asimismo, suelen albergar más grasas saturadas que aumentan indirectamente el colesterol, al igual que ácidos grasos trans, sobre todo las salsas, las grasas y otros ingredientes que se emplean en su fabricación. Por ello, hay que fijarse mucho en los envases y comprar sólo aquellos que estén limpios y sin roturas y rechazar los que tienen escarcha o los que al presionarlos con los dedos estén blandos. Lo mejor, por tanto, reside en leer atentamente el etiquetado con la fecha de elaboración y de caducidad». Sin embargo, Basulto insiste en que «muchísimos productos congelados, sin embargo, no contienen sal añadida, ya que no es necesaria para la conservación del mismo.


De todas formas, tanto la cena de Nochebuena como la comida de Navidad deberíamos relajar un poco las normas dietéticas y disfrutar de nuestros platos preferidos». Si finalmente hemos optado por los ultracongelados, conviene tener presente unas sencillas medidas que deben cumplirse a rajatabla con el fin de que el proceso de descongelación no deteriore el producto. Así, «el pescado, en general, se descongela en un recipiente con rejilla en la nevera la noche anterior, pero si se quiere cocer en agua o guisado, al vapor o en el horno, se puede emplear directamente del congelador. El marisco sólo se debe descongelar si se va a cocinar a la plancha o en el horno. Si se cuece en agua o al vapor es mejor hacerlo con el producto directamente congelado. Para descongelar el marisco crudo con cáscara la mejor opción reside en sumergirlo en agua fría durante unos minutos, justo antes de cocinarlo y si no lleva cáscara o ya está cocido, se debe descongelar en la nevera sobre un recipiente con rejilla para que los jugos de descongelación queden aparte y no impregnen el producto. En cuanto a la carne, algunos productos como las albóndigas, el redondo de pollo o el preparado de caldo no hace falta que se descongelen previamente, pero en la mayoría de los casos se hace en la nevera», recomienda Basulto. Durante el proceso de compra, continúa, conviene fijarse en que «los termómetros de los expositores estén, como mínimo, a menos 18 grados y cuando se transporten a casa evitar que se descongele gracias al uso de bolsas isotérmicas o una nevera portátil».