Estados Unidos

Anonymous el «ciberapagón»

Las autoridades les temen, pero ellos aseguran que sólo defienden la libertad de expresión. Son personas corrientes, con el ordenador como único apoyo, que ya han demostrado que pueden poner en jaque al sistema 

Anonymous, ¿el «ciberapagón»?
Anonymous, ¿el «ciberapagón»?larazon

La respuesta es sí y la respuesta es no. Sí podrían provocar un ciberapagón; pero es evidente que no quieren. No es su propósito. Aunque para la Policía tienen capacidad hasta de tumbar El Vaticano, un desenchufe global, un «cyberapagón», como algunos han llegado a mencionar estos días, es más que improbable: «Esa posibilidad, que siempre ha estado dentro de las mayores amenazas posibles a considerar por los expertos de seguridad, es muy poco probable», dice Raúl Siles, fundador y analista de seguridad de Taddong (www.taddong.com).

«Afectar la disponibilidad de un único servicio es más o menos sencillo, ya que éste tiene recursos limitados frente a los atacantes. Pero para hacerlo con todo internet habría que emplear internet mismo», añade.

Existe otro argumento. Anonymous no opera de esa forma. Puede tumbar páginas, pero no hackea sistemas. Atacan cuando consideran que los principios que defienden han sido agredidos. No hay daño físico, no hay beneficio propio. «Un Anonymous es todo aquel que defiende la libertad de expresión en cualquiera de sus formas y está dispuesto a defenderla bajo la consigna Anon con los métodos que crea conveniente siempre y cuando no sean violentos», cuenta uno de sus miembros, o alguien que dice ser uno ellos, porque nunca se sabe con quién se está hablando. Otro Anonymous, o que asegura que lo es, aporta otro motivo: «Anonymous no quiere acabar con la estabilidad de los sistemas informáticos de los gobiernos. El gobierno debe preocuparse del ciberespionaje internacional o el terrorismo que puede utilizar internet para perpetrar atentados con impunidad. Casos como la operación Aurora o Stuxnet son significativos de la importancia de este tipo de amenazas. Anonymous reivindica otro tipo de cosas, y no busca el daño indiscriminado».

Un Anonymous puede ser cualquiera. El conductor de la ambulancia, el chaval con el que tomas café en el curro, el tipo que ahora mismo está sentado al lado tuyo leyendo el periódico. No son muchos, pero sí eficientes y sí que parecen capaces de parar al sistema, como pararon los ordenadores de la Policía, de la SGAE, o de los Premios Goya. ¿Pueden ir más allá? Si quisiesen, sí, en parte por culpa de los atacados: «Algunos sistemas no tienen "hechos los deberes"en seguridad, y se han podido ver cosas escandalosas. Si sumanos a esto la Ley de Acceso que dice que la administración pública debe ofrecer sus servicios a los ciudadanos por internet, la exposición de nuestro Gobierno es mayor que en la de otros estados. En Anonymous hay gente con conocimientos hacking muy avanzados, y otros no. Digamos que hay operaciones hechas por Anonymous, que están hechas por hackers de buen nivel técnico», asegura un hacker experto.

Un Anonymous no necesita ser un experto en infórmatica, ni es un «friki», sólo tiene que saber llegar a un chat de IRC (una versión antigua del messenger, para entendernos entre gente no experta) adecuado y querer echar una mano, o mejor dicho, echar un ordenador y ayudar a la causa. La máscara de «Vendetta» es su careta, su símbolo, pero en la calle, muchos de ellos, llevan una vida normal, porque «Vendetta» dicen, «es sólo es una película».

Un marino mercante
Un Anonymous, entonces, es ese marino mercante, que trabaja en Gijón, en Salvamento Marítimo y que fue detenido esta semana. Su blog le servía de diario: «Iba a desembarcarme el 23 por la mañana y el 22 de tarde nos llamaron que había una emergencia: un barco ruso al que se le había averiado la sala de máquinas y estaba a la deriva acercándose al canal de mercancías peligrosas de finisterre en dirección sur (o lo que viene siendo en casa dios)». Y también le servía de desahogo: «Tener fe en los políticos y pensar que van a cambiar algo es ridículo (...) Su trabajo no es pico y pala, sino vivir del cuento». Es un tipo del que sus familiares y amigos se sorprenden cuando es detenido por la Policía. Un joven que se dedica al deporte, poco dado a líos, entusiasmado con la película «El club de la lucha» y con George Orwell.

¿Alguien así es peligroso? «El riesgo de estas acciones se encuentra en que la capacidad final de decidir qué son objetivos de Anonymous, y contra los que se deben dirigir los ataques DDoS, recae en un grupo reducido de personas que son los que actúan como administradores y responsables de estos canales y servidores de chat», asegura Manuel Vázquez López, Comisario Jefe de la (BIT) Brigada de Investigación Tecnológica.

Los administradores de los chats disponen por sí solos «de la infraestructura y de las herramientas necesarias para ejecutar con éxito un ataque diciendo, para ganar legitimidad, que realmente en el mismo han participando miles y miles de personas. ¿Qué ocurre si una persona dispone del control de una botnet y hace un ataque de DDoS amparado bajo el paraguas de Anonymous?», continúa el comisario Manuel Vázquez.

La Policía mantiene que las acciones dependen cada vez más «de un grupo reducido que cuenta con los medios necesarios para ejecutarlas son imprevisibles e incontrolables». Ésa es su idea. La de la «cúpula funcional no orgánica», de la que se rió internet. Hasta hace poco seguro que no era así. Las operaciones de Anonymous en España tenían el respaldo de miembros de Anonymous de otros países, que incluso traducían el texto para que pudiese añadirse gente de otras naciones. El éxito ha sido espectacular: «La web del Congreso de los Diputados, por motivo de la Ley Sinde, la pudimos tumbar a las 9 de la mañana porque había una botnet. Después, cuando se reunió suficientes personas para poder mantenerla caída, se quitó. Lo mismo ocurrió con la Operación Goya. Estuvo días caída después del día del ataque, porque dos personas tenían una botnet», dice uno de ellos.

Pocos pueden mucho
Las acciones se proponen en AnonOps, ahí se vota y la que tenga más votos, se ataca. En la operación de los Goya no necesitaron ser más de 300 los que participaron. Ese número de personas es más que suficiente para provocar un pequeño caos porque muchas organizaciones no disponen de los medios para protegerse frente a este tipo de acciones y la página web no puede dar servicio.

El ataque no pasa de ahí. No se sienten criminales y miran con desdén y sorpresa las teorías y acusaciones policiales. «Yo entré en Anonymous porque veía bien protestar por internet bajo la forma que proponían (DDoS) contra lo que consideraba injusto. Cuando estoy de acuerdo con algo, participo; y cuando no, pues no», dice otro miembro.

Pero las autoridades temen que esa cúpula pase de los ataques anecdóticos o puntuales a acciones más potentes. Un ataque que pueda afectar al corazón del sistema. Temen que tan pocos sean capaces de hacer tanto daño.

En cambio, Anonymous cree que es curioso que les señalen a ellos, que no han difundido información privada, ni robado datos ni participado en acciones realmente delictivas. Los gobiernos y la OTAN los consideran una amenaza, pero estas instituciones no señalan a otras organizaciones cibernéticas que sí lo son. Y realmente peligrosas. De «facto», son mucho más que Anonymous. ¿Por qué pasa eso?

El grupo conocido como Lulzsec atacó el jueves la página de la CIA. La dejó sin servicio. Ese grupo está relacionado con ataques serios, como el que se dirigió contra Sony, el Senado de Estados Unidos o Nintendo, entre otros. Por no mencionar los ataques de hackers dirigidos por Estados.

No da la impresión de que dentro de Anonymous haya algo de este calibre. Pese a que en España, sus últimas proclamas y vídeos se hayan radicalizado (algunos piensan que sí que está empezando a haber una minoría que decide. Si antes los vídeos y declaraciones oficiales en España se hacían entre 30 o 40, ahora son 5 o 6, cuentan), nunca han cuestionado el sistema, sino sus fallos e internet es su refugio. Como contaba el marino mercante: «Estamos los peculiares, que tenemos que recurrir a un mínimo espacio en internet. Eres un 1 o un 0, o vives o mueres». O: «Somos Anonymous. Somos legión. No perdonamos. No olvidamos».