Barcelona
Wenger o Drake
Corsarios o piratas. Todo depende, que canta «Jarabe de Palo». De quien lo defina. Por ejemplo. En tiempos en que a Isabel I de Inglaterra le gustaba incordiar a Felipe II, la reina nombró caballero de la Marina Real Británica a Francis Drake, a quien en su país tenían por héroe y corsario y en el vasto imperio español, por un jodido pirata. Hay diferencia entre corsario (capturador y saqueador de naves mercantes del enemigo, con una carta de marca o «patente de corso» de su gobierno) y pirata (persona que se dedica, junto a otras de igual condición, al abordaje de barcos en el mar para robar). Drake en España era, además de un dolor de cabeza, un pirata «cruel y despiadado»; y en el United Kingdom alcanzó, sin embargo, el título de vicealmirante. Suponiendo que la explicación haya servido para algo, en Barcelona han descubierto al heredero del célebre marino británico en un banquillo de Londres, atiende por Arsene Wenger, sólo que es francés, y algo así como un forúnculo en la cantera azulgrana. Y un pirata que se llevó a Cesc Fábregas, a Fran Mérida y ahora, con la inestimable colaboración de Pere Guardiola, a Jon Toral. Lo del hermano de Pep obedece exclusivamente a la profesión de Pere, que es agente de futbolistas cuya obligación, entre otras, consiste en hacer la vida más fácil a sus clientes, y éste quería jugar en Inglaterra porque su mamá es de allí. Suspicacias aparte, Wenger se pone en la piel del corsario sólo porque el Barça y el Madrid quieren llenar las arcas del Arsenal fichando a Cesc. Que le quiten a uno de los suyos pagándolo a precio de oro le sabe fatal; pero él, eso sí, tiene patente de corso. ¡Será Drake!
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