Actualidad

Los Príncipes hasta la madrugada en la boda de Fuster por Jesús Mariñas

Los Príncipes hasta la madrugada en la boda de Fuster por Jesús Mariñas
Los Príncipes hasta la madrugada en la boda de Fuster por Jesús Mariñaslarazon

Se encontraban cómodos, pero fueron los primeros en irse, a las 5:30 de la mañana, después de doce horas de fiesta, cumpliendo y relajados. Ya les tocaba porque tienen un programa oficial rebosante y el viernes Doña Letizia tendrá hasta tres audiencias de distinto corte, desde una visita a afectados por el autismo a otra con juristas contra el ruido. De ahí que aprovechasen al máximo el pretexto casamentero de Álvaro Fuster y Beatriz, la que durante casi diez años fue la novia oficial, pero sin compromiso, de Carlos Baute. Fue curioso entontrar a tantas ex en la boda, desde Isabel Sartorius, que llegó con María García de la Rasilla, y su príncipe búlgaro de tan buenos modales, al mismo contrayente, que durante un tiempo estuvo con Anne Igartiburu, a la que aseguran que prestó importantes accesos y favores. Ganas de darle a la sin pelo. Pero no desaprovecharon la ocasión para largar y comparar, aunque Anne me dijo que mantiene una buenísima relación con la madre de los Fuster, tan íntimos del Príncipe de Asturias y principales valedores de su relación con Isabel y Eva Sanum. Dieron todo por la patria y el heredero.

Don Felipe y su esposa llegaron en coche a la finca privada en las afueras de Málaga, un sitio habitual para bodas y banquetes, pero nada de quintaesencia. Lo más raro fue ver cómo el contrayete llegó a la ceremonia en taxi, que compartió con sus hermanos, y sin la compañía de su madre ni de su madrina. «Es que no está muy allá con lo de la boda y ésta es una manera de exteriorizar su contrariedad», comentaban algunos, acaso suponiendo más de lo que hay. Que no es poco. Enfadó bastante a los presentes que algunos de los invitados llevaran una cámara de fotos durante la misa, aunque el cabreo se les fue al ver el traje verde agua recamado en lentejuelas de la Princesa de Asturias y el de la novia, que lució mangas caladas semitransparentes con bordados y un velo que salía del moño. Qué casualidades casi endogámicas, incrementadas por la aparición de la guapa Amaia Salamanca –que nos dejó rendidos en «Gran Hotel», donde Concha Velasco estaba esperpéntica llevando maldad a la pantalla– amparada por Rosauro Baro. Fiona Ferrer acudió con un dolor de muelas que la obligó a visitar al dentista. Pero su presencia era inexcusable, porque ella presentó a los novios, ya con desenlace tan encandilador como el «sí, quiero», ella revestida románticamente por Alma Aguilar –para quien ejerce de relaciones públicas, como María León hace de manera inestimable con Pedro del Hierro–. Puede ser el próximo bodón con el ex marido de Claudita Stilianopoulos Ridruejo.

–¿Pero es cierto que la madre no soporta a su ya nuera?–, curioseaban casi impertinentes las comadres que acudieron ávidas hasta la Hacienda Rosales, escenario casamentero donde don Felipe de Borbón actuó de testigo, igual que los Fuster lo fueron en ocasiones menos comprometidas (pero igualmente relevantes a nivel emocional) de sus peripecias enamoradoras felizmente culminadas con Letizia. Todo un récord el que establecieron. Es algo que ya viene siendo habitual cuando recuperan amistades juveniles muy implicadas en su vida no siempre fácil. Mientras Álvaro se vistió en el vetusto pero actualizado Hotel Santa Catalina, ella lo hizo en casa de sus padres. Ya se la conoce como «la boda de los ex» gracias a la concurrencia de Sartorius, lo de Álvaro y Anne y aquello que parecía eterno amor entre Baute y esa Bea cautivadora del último soltero de oro que quedaba en la que fue panda del Príncipe.