La tripa por Andrés ABERASTURI

No entiendo el cuerpo humano (el animal tampoco, pero no viene al caso). Me parece una maquinaria tan extraordinariamente complicada que resulta inconcebible que dure tantos años. El otro día se estropeó la lavadora y eso que tiene seis programas a elegir y tres años de antigüedad; ¿qué esperar de un corazón que late desde antes de nacer y así sigue, puntual día y noche latiendo unas sesenta o setenta veces por minuto durante 80, 90 años…? ¿Cuánto huesecitos, músculos, tendones y neuronas necesitan ponerse en movimiento de forma sincronizada para hacer algo tan tonto como los cinco lobitos a un nieto? Y eso por no plantearse temas de mayor enjundia. Comprenderán que los hipocondríacos tenemos bastante razones para ser lo que somos. Pero no era este el tema de la cosa de hoy. Quiero adelgazar. No es que quiera adelgazar todo yo, sino quitar barriga, que me pueda abrochar una americana sin peligro de que el botón salga disparado al respirar. Y la pregunta es ¿cómo se adelgaza sólo la barriga o por qué sólo se engorda –no siempre, pero sí con frecuencia– justo la tripilla? Ignoro las razones pero conozco los remedios: haz ejercicio, anda todos los días, bebe agua como un poseso y córtate un pelo con las cosas dulces y los alcoholes. Vale, lo he empezado a hacer y yo creo que es la primera vez que mucha gente me ve de cuerpo entero; hasta ahora era una nariz tras el cristal del coche. ¿Y si además de la barriga me adelgaza la cara y las canillas? Desapareceré prácticamente, apenas seré un ombligo caminando. Todo es demasiado surrealista, Mejor no hacer preguntas y andar, andar a ninguna parte y beber sin tener sed. Es todo tan coherente…