África

Bruselas

Roma se queda sola frente a la oleada

Italia se siente «abandonada» tras el rechazo de los Veintisiete a repartirse a los 26.000 inmigrantes irregulares procedentes del norte de África.

La Policía detiene en la isla italiana de Lampedrusa a un grupo de inmigrantes tunecinos
La Policía detiene en la isla italiana de Lampedrusa a un grupo de inmigrantes tunecinoslarazon

La presión migratoria de los que huyen de Túnez y de Libia ha rasgado por la mitad la solidaridad europea y dejado al descubierto la falta de coherencia de su mensaje con las revoluciones en el norte de África. Los ministros de Interior de los Veintisiete, reunidos ayer en Luxemburgo, no aceptaron distribuirse los 25.880 inmigrantes irregulares llegados hasta la isla italiana de Lampedusa y, sobre todo de la pequeña Malta, donde la presión de los 990 arribados preocupa a la propia comisaria europea del ramo, Cecilia Malmström. Sólo un grupo pequeño de Estados miembros aceptó colaborar con la acogida de aquéllos que se cree que son refugiados.

El vicepresidente primero español, Alfredo Pérez Rubalcaba, señaló durante la reunión a puerta cerrada que la UE no puede actuar de manera contradictoria, apoyando el cambio en el norte de África y luego desentenderse de sus consecuencias, «especialmente de sus daños colaterales», según informaron fuentes conocedoras del debate a este diario. Por eso, España será uno de los países que acogerán a un número de refugiados, junto con Portugal, Bélgica, Suecia, Eslovenia y Alemania, además de Noruega.

Este paño caliente fue sólo un remedio menor para las aspiraciones de italianos y malteses, que llegaron con la esperanza de que el resto de sus colegas dieran el visto bueno a la activación de una cláusula de la legislación comunitaria que permite la acogida temporal de inmigrantes en suelo comunitario. No obstante, como resumió Malmström en rueda de prensa, la situación es «muy prematura, no estamos aún» en ese punto, ya que su activación exige que se viva una «llegada masiva». La gran mayoría de los países apoyaron este argumento.

La reacción de sus socios provocó el enfado de Italia que, en boca de su ministro del Interior, Roberto Maroni, puso dramatismo al desentendimiento de sus vecinos. «Italia ha sido abandonada. Me pregunto si de verdad tiene sentido continuar formando parte de la Unión Europea», aseguró Maroni, según informa Efe.