Historia

Bilbao

La «Zodiac»

Comprarse una animado por la llegada del verano es digno de castigo. Se trata de un «quiero y no puedo» demoledor

La «Zodiac»
La «Zodiac»larazon

El más grave error de mi vida. El verano aconseja nefastas y horteras inversiones. En el año 2000, con alta culpa por mi parte, convencí a dos amigos, José Nemo Lobatón y Carlos la Pleta, de que sería extraordinario ser propietarios de una lancha «Zodiac». Carísima y complicadísima de montar. Visitaba Santander nuestro prodigioso Buque-Escuela, el «Juan Sebastián De Elcano», al mando del entonces Capitán de Navío don Jaime Rodríguez-Toubes. Lobatón, La Pleta y quien escribe habíamos bautizado nuestra embarcación con el nombre de «Jhonatán Elcano», para darnos más rumbo en nuestras navegaciones por la ría de la Rabia. Aquélla fue nuestra única satisfacción. Conocedor de la existencia de nuestra «Zodiac», el comandante del «Juan Sebastián De Elcano» dirigió unas palabras con especial afecto a los mandos de la «Jhonatán Elcano» durante nuestra visita al Buque-Escuela de la Armada Española.

El resto, un desastre. La «Jhonatán Elcano» sólo cumplió tres navegaciones. En la primera e inaugural, Nemo Lobatón a punto estuvo de ahogar a su acompañante, un digno profesor universitario de Bilbao. Cayó éste al agua, y no contento con ello, Nemo Lobatón erró en la marcha y en lugar de socorrerlo lo embistió con la proa. En la segunda navegación Nemo Lobatón y La Pleta arremetieron contra el dique regulador de la ría, poniendo en peligro las vidas de sus mujeres, Mercedes Lagartera e Iciar Ondarretagoa. Y en el tercero y último, con mi persona a bordo, la «Zodiac» se encabritó con el oleaje de la barra de Oyambre y volcó con contundencia. Intentamos venderla a buen precio, pero su historial nos lo impidió. Y ahí sigue, en un garaje.

Comprar una «Zodiac» animado por la llegada del verano es digno de castigo. Se trata de un «quiero y no puedo» demoledor. El que puede se compra un barco. Y el que no puede, como era nuestro caso, una «Zodiac» particularmente comprometida con los naufragios. «Me ha encantado vuestro barco», nos dijo un veraneante del que nos reíamos bastante. Nunca más volvimos a hacerlo. Se rió de nosotros y aún nos mortifica su sonrisa mientras nos soltaba la justa andanada. Absténganse todos los que ignoran la agilidad de una «Zodiac» de adquirirla para pasar un verano mejor. Lo único que conseguirán son disgustos y desgracias, naufragios y sustos, baños involuntarios y amenazas de hélices. Pretensión vana de nula distinción. Me confieso culpable de tan abrumadora horterada, y ruego a mis lectores que sepan perdonarme. No abandonen mi sección. Sí, que sí, lo reconozco. Me compré una «Zodiac».