Irak
El análisis Hasta cuándo Gadafi
¿Es congruente la posición de España?
–La decisión original y ahora la de prorrogar el esfuerzo militar se toma por pura inercia. La implicación sostenida de Rodríguez Zapatero obedece al enésimo intento de recomponer la maltrecha imagen que se cultivó tras la desbandada de Irak ante los aliados de la OTAN. La incoherencia y la inconsistencia de la posición española se visualiza en el apoyo a los sublevados y, al mismo tiempo, en el amparo que se sigue prestando al embajador de Muamar Gadafi en Madrid.
¿Está el éxito de la misión más cerca o más lejos?
–Es imposible determinar la consecución de los objetivos cuando su propio planteamiento es vidrioso. Hubo motivos sobrados para justificar legalmente el cambio de régimen, pero no se jugó esa carta por prudencia y apego a la realpolitik. Si una de las metas volantes a cruzar es la del freno a las masacres directas del dictador libio, lentamente se está en el buen camino. La aportación de España es marginal.
¿Quiénes llevan y quiénes deberían llevar las riendas?
–Es irrelevante que naciones como Suecia o Noruega hayan dado un paso atrás. Igualmente que Alemania haya renegado de la intervención desde el primer momento. Francia y Reino Unido están en condiciones de desmantelar el poder represivo de Gadafi, pero el esfuerzo debe ser cualitativa y cuantitativamente distinto. La entrada como actor protagonista de la ONU es prematura.
¿Se están sentando las bases de un Estado fallido?
–Si no se consigue por la vía política y diplomática la renuncia del dictador, su convivencia con los rebeldes es inviable. Si termina de crecer el embrión de Poder Ejecutivo que han alumbrado los enemigos de Gadafi, se conformará por la vía de los hechos un Estado escindido. La guerra civil por el control de las riquezas se agudizará.
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