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De Einstein a Contador
La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) mantiene que si en un deportista hay trazas de clembuterol es que se ha dopado. Está convencida de que los 50 picogramos que aparecieron en los análisis de Alberto Contador no son restos de un solomillo sino de un tratamiento dopante. Alguno de sus científicos intentó que se estableciera un techo de 300 picogramos para garantizar un positivo, la BBC oyó campanas y después de hacerlo público la AMA constató su intransigencia en un comunicado que no admite especulaciones: no hay ser humano cuyo organismo produzca clembuterol. Destierra la tesis de la intoxicación alimentaria. Hablé del asunto con Helen y Harry, que disfrutan de una segunda luna de miel en los cayos de Florida, donde empezó su idilio, propiciado por James Cameron. Harry, bastante contemplativo en cuestiones de dopaje, me dijo: «Contador y la AMA tienen razón, los dos. Con la ley en la mano, ganará el pleito el que haya contratado mejores abogados. Yo, naturalmente, estoy al lado del deportista». Como utilizaba el manos libres, Helen lo escuchó e intervino: «Si gana Alberto en el TAS sentará un precedente, lo cual repatea a estos organismos tan pagados de sí mismos. Recuerdo una frase de otro Alberto, Einstein: ‘‘Si mi teoría de la relatividad es exacta, los alemanes dirán que soy alemán y los franceses, que soy ciudadano del mundo. Si no lo es, los franceses dirán que soy alemán y los alemanes, que soy judío''. ¿Cambian los neutrinos a Einstein? No, es un genio. ¿Y el clembuterol a Contador? Tampoco, es un superclase». Pues eso.
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