Valencia

La insumisión a la ley antitabaco se propaga por toda España

La Junta de Andalucía notifica al dueño del Guadalmina el inicio de expediente sancionador por falta muy grave.

Rodrigo Arroyo, propietario del bar de Valencia que tampoco cumple la Ley Antitabaco, y Lucrecia Cano, su mujer y trabajadora del local. El Montecarlo ha sido el último establecimiento en declararse insumiso porque su propietario no puede «aguantar más».
Rodrigo Arroyo, propietario del bar de Valencia que tampoco cumple la Ley Antitabaco, y Lucrecia Cano, su mujer y trabajadora del local. El Montecarlo ha sido el último establecimiento en declararse insumiso porque su propietario no puede «aguantar más».larazon

VALENCIA/MADRID- La insumisión se propaga como la pólvora. La iniciativa la tomó el propietario del Asador Guadalmina, de Marbella, el mismo día 2 de enero. Detrás, un local de Castellón, un bar de Valladolid, otro en Cabra (Córdoba)... Y ayer dos más: en El Álamo (Madrid) y en Valencia. Mientras, el pionero marbellí recibió ayer la notificación del expediente sancionador que se ha iniciado en su contra. La multa oscilará entre los 10.001 y los 600.000 euros.


Ayer nadie, hoy lleno. Ésa es la derivada de la decisión adoptada por Rodrigo Arroyo, propietario del establecimiento en la calle Ceramista Ros, el mismo día que decidió no cumplir la ley que prohíbe fumar en espacios cerrados, aun a riesgo de las sanciones. Los clientes se multiplicaron respecto a las jornadas anteriores en las que no se podía encender un cigarrillo. Según recoge un cartel a la entrada, el negocio sufrió, en los días de prohibición, un descenso del 60 por ciento de su clientela. Rodrigo decidió permitir fumar. «La ley anterior me obligó a una reforma de 35.000 euros. ¿Quién me paga ese dinero?».

Ante la posibilidad de que multen a su negocio por permitir fumar, lo tiene claro. «Cuando me pongan la multa, recurriremos».


«Dictatorial»
Su hijo, Rodrigo, que también trabaja en el negocio familiar, explicó: «Quien antes se tomaba una copa no venía. Quien jugaba a las máquinas, tampoco. Todo porque no se podía fumar en el local. Tras la decisión viene más gente, incluso clientela que no era fija».

«Esto es peor que cuando estaba Franco», declaró Lucrecia Cano, trabajadora del local y esposa de Rodrigo Arroyo. Ella se autodefinió como no fumadora, pero calificó la ley de «dictatorial». Abogó por la libertad y por que cada persona «haga lo que le dé la gana».

Los clientes se mostraron satisfechos con la decisión del dueño del restaurante de permitir fumar en sus instalaciones. Natividad Navarro, fumadora y clienta habitual, aseguró que es partidaria de que se pueda fumar. «Si este señor está perdiendo dinero, entiendo que permita fumar. Éste es su negocio y come de él». Aunque se mostró a favor de la iniciativa, también abogó por los lugares sin humo. «Hay que buscar un término medio». Otra clienta asidua, Esperanza, mostró su conformidad. «Yo respeto a los no fumadores, exijo que me respeten a mí».


No puede aguantar más
En Madrid, concretamente en El Álamo, está José Simón Martínez, un empresario que tiene el restaurante «Montecarlo». Asegura que no puede aguantar más y va a imprimir una serie de carteles que expresan su desacuerdo con la Ley Antitabaco. Éstos portan frases como: «Por la liberación de España, en este establecimiento se permite fumar. Un país democrático con prohibiciones y dictadura» y «Zapatero no tiene problemas para llegar a fin de mes, los españoles no podemos alimentar a nuestras familias», este último con un motivo: que desde el día 1 de enero «los ingresos en caja han disminuido un 50 por ciento porque la gente no puede fumar aquí dentro. Los clientes llegan, pero se tienen que salir al cabo de unos minutos porque quieren fumar y eso hace que en vez de tomarse tres copas, se tomen una y ya no vuelven a entrar».