Nueva York
Moscú podría estar tras las filtraciones de Wikileaks
Como en una novela de espías. Expertos de los servicios de información, consultados por LA RAZÓN, sostienen la teoría de que la filtración de los documentos del Departamento de Estado de EE UU responde a una venganza de Rusia por la desarticulación, el pasado mes de junio, de la red de agentes «ilegales» que tenía en territorio norteamericano
Esta operación, una de las más importantes de las realizadas en los últimos años, y que podría ofrecer resultados en otros países, entre ellos de la UE, fue posible por la traición de un coronel del Servicio de Espionaje Exterior (SVR) ruso, Scherbakov, que se pasó a los americanos con valiosa información.
Sección «C»
El oficial estaba al mando de la sección «C» del SVR para EE UU, que agrupa a los agentes que trabajan sin cobertura oficial («ilegales»). La información aportada no incluía los nombres de los espías sino el sistema de comunicación que tenían con sus responsables. Fue cuestión de tiempo que los norteamericanos dieran con los miembros de la red y procedieran a detenerlos.
Durante su trabajo clandestino en EE UU, los agentes rusos habrían acumulado valiosa información que, lógicamente, no ha sido revelada. ¿Entre los documentos obtenidos estaban los ahora filtrados, u otros que se puedan publicar, a través de Wikileaks? Buena pregunta, contestan los expertos.
Lo que está claro es quién es ahora el perjudicado y quién lo era en junio, cuando fue desmantelada la red de espías. La reacción de las autoridades de Moscú no fue entonces, precisamente, «versallesca»: «Ha sido producto de una traición (el arresto de los agentes) y los traidores siempre terminan mal. Terminan mal ya sea por el alcohol o las drogas, tirados en la cuneta», afirmó el primer ministro, Vladimir Putin, al enterarse de lo que había pasado. Aunque no lo dijo, la venganza contra Washington estaba servida.
Hace poco más de un año, el coronel Scherbakov decidió rechazar un merecido ascenso. Fue entonces cuando al Kremlin se le escapó un detalle que sería una pieza más en el entramado de una operación que, por lo menos, ha servido para avergonzar a la gran Rusia. De acuerdo con el procedimiento, Scherbakov tendría que haberse sometido al detector de mentiras de los servicios de Inteligencia. Y era precisamente lo que quería evitar por todos los medios. De esta forma, el coronel, que tiene una hija en Estados Unidos desde hace años, se convirtió en el delator de los diez agentes secretos rusos descubiertos el pasado verano, según informó el periódico ruso «Kommersant».
Un «Mercader»
Fuentes oficiales consultadas por el rotativo indicaron que ya había empezado la caza del traidor. «Sabemos quién es y dónde está. Un «Mercader» ha sido ya enviado contra Scherbakov», explicaron en referencia a Ramón Mercader, que asesinó en 1940 a Trotsky por orden de Stalin. De momento, se desconocen las motivaciones del coronel para traicionar a sus propios agentes. Pero se sabe que se encuentra bajo el programa de protección del FBI.
El asunto culminó, al menos en apariencia, en Viena el pasado 9 de julio con el mayor intercambio de agentes entre Rusia y Estados Unidos desde hace 25 años. En el avión que salió de la capital rusa viajaban el científico Igor Sutyagin, acusado de espiar para Occidente –lo cual niega–; el ex oficial de inteligencia rusa Alexander Zaporozhsky; el retirado también oficial de inteligencia Sergei Skripaly; y Gennady Vasilenko, cuyas actividades constituyen todavía un gran misterio. La operación se dio a conocer a finales de junio cuando se detuvo a la famosa y sexy Anna Chapman. Ella y los otros espías fueron recibidos como héroes en Moscú.
La operación se tuvo que acelerar debido a las sospechas de Anna Chapman de que habían sido descubiertos y las intenciones de otros miembros del grupo de abandonar Estados Unidos.
La asistente del diputado niega ser una espía
La asistente rusa de un diputado laborista británico detenida la semana pasada por supuesto espionaje, ha negado que espiase para Rusia y tiene «total» confianza en que podrá evitar su deportación de Reino Unido. Ekaterina Zatuliveter, de 25 años, ha trabajado durante dos años y medio como ayudante de Mike Hancock, miembro del Comité de Defensa de la Cámara de los Comunes. La joven llegó hace tres años a Reino Unido para estudiar y niega ser una espía rusa.
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