Bösch voz con futuro

Florian Bösch se ha presentado en el Teatro de la Zarzuela cuando su nombre empieza a sonar en los circuitos pero aún no figura en la Wikipedia. Fue apenas hace ocho años cuando dio su primer recital, con mucha suerte al poder hacerlo en las célebres Schubertiades de Schwarzenberg (Austria) y de que debutó en la Ópera de Zurich como Papageno. Desde entonces este alumno de Robert Holl ha actuado ya en importantes salas junto a maestros como Pretre, Harnoncourt o Welser-Möst y grabado discos en una carrera claramente ascendente.

Ha gustado en su presentación madrileña con un programa bastante clásico –Schubert, Schumann y Zemlinsky– pero con canciones de las menos trilladas.

Mostró una voz bien timbrada y bastante disposición a impregnar de matices sus interpretaciones y recurrió con frecuencia a las medias voces con detalles de nivel. También es verdad, todo hay que reconocerlo, que en algunas de las obras de Schumann, como «Noche en el bosque» o «La victoria», se excedió hasta ofrecernos lo que podría calificarse como lied verista. Es la tentación al ser joven y poseer una buena voz, pero desde luego, aquí hay futuro. Le acompañó con clase Malcolm Martinou, nombre ya habitual en el ciclo.