Estados Unidos

El chapapote de Obama

La Razón
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Para los conservadores americanos es el Katrina de Obama. Nadie pudo acusar a Bush de haber desencadenado el ciclón, pero sí lo machacaron por no darle la respuesta adecuada con la celeridad requerida. Obama tampoco la posee, pero sí que tiene cierta responsabilidad en el origen de la catástrofe. Casi año y medio después de haber tomado posesión, tuvo tiempo de hacer honor a su ideológica desconfianza del gran capitalismo y el «petróleo gordo», como dicen los americanos, revisando la normativa y reforzando la inspección. No sabemos qué hubiera conseguido, quizás nada, pero con seguridad los suyos hubieran acusado de criminal laxitud y connivencia con los «ricachos» a un gobierno republicano en similares circunstancias. De hecho, los «obamistas» no se han privado del echar mano del socorrido recurso de la mala herencia, muy forzado en las presentes circunstancias. A Bush le faltaron reflejos para plantarse inmediatamente en el terreno, como hizo el alemán Schröder con las inundaciones veraniegas en vísperas electorales, pero le perjudicó la gratuita suposición de que hoy día un Gobierno americano ha de ser más poderoso que la naturaleza desatada, lo que explotó implacablemente la oposición demócrata. En conjunto la reacción fue notablemente eficaz, pero el presidente nunca pudo superar el lastre de las malas impresiones y la masiva propaganda adversa.Pero Obama es el que iba a detener las mareas y sanar el universo. No es broma. Y sigue creyendo que los gobiernos están para eso y el suyo más que ningún otro. Zapatero osará discrepar en cuanto a la primacía.