Historia

Cataluña

La España real

Afortunadamente el fútbol y el deporte en general nos sitúan de vez en cuando a pie de calle y nos encontramos con la España real. Que no es desde luego la de los campamentos de verano de la Generalitat del tripartito de Montilla que impidió a los niños españoles que viven en Cataluña ver el partido de semifinales de «La Roja».

La Razón
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La realidad, incluso en Cataluña, es que tres de cada cuatro catalanes vieron el partido por TV, que los monitores de ese mismo campamento infantil abandonaron las actividades programadas y se fueron a ver el match en el bar de al lado, que la playa de la Barceloneta se llenó de espontáneos con camisas coloradas y banderas nacionales, y que la Plaza de España de la Ciudad Condal estuvo atiborrada hasta bien entrada la madrugada de gente coreando el típico «soy español, español».

 

Y eso que desde las instituciones autonómicas y municipales se hizo lo imposible para que «La Roja» no tuviera seguimiento en la calle. Bochorno produce la negativa del alcalde Hereu a colocar una pantalla gigante para favorecer que los ciudadanos pudieran seguir el acontecimiento, pese a las numerosas peticiones que se le han hecho en este sentido. Sólo comparable con el ridículo del nacionalista vasco Anasagasti, que dijo que por supuesto él iba con Alemania, igual que en la Eurocopa Urkullu fue con Rusia. Se da uno cuenta del mundo irreal en que nos quieren situar determinados politicastros miopes. Las calles de Bilbao estaban llenas de gente coreando la victoria de España, y en el casco viejo de San Sebastián el ambiente era de fiesta total, según me comentó ayer un amigo que lo vivió en persona.

De manera que es una pena que no estén estos tipos a la altura de los ciudadanos. O al menos algunos de ellos. Igual que tampoco han estado a la altura los acomodados dirigentes de la Federación Española de Fútbol (FEF), responsables máximos de que los estadios de Sudáfrica estén despoblados de seguidores patrios. Daba pena ver cómo el número de hinchas de «La Roja» en Durban con Alemania apenas superaba el millar, mientras que el de alemanes se quintuplicaba. Se dedicaron a planificar ellos solitos su viaje de placer pero no negociaron con las compañías aéreas vuelos baratos de 300 o 500 euros que facilitaran a los aficionados desplazarse a Sudáfrica para un acontecimiento tan irrepetible.

 

Y es que los directivos de la FEF se deberían dar cuenta de que en un Mundial hay que dar el callo, y no sólo apuntarse a lista de viajeros subvencionados para pegarse unos días de relax en Sudáfrica viviendo a cuerpo de rey. Mal por tanto la Federación y su presidente Villar, que debería haber tomado cartas en este asunto y sancionar a algunos de los inútiles que le rodean, especialistas en el arte de vivir sin darle un palo al agua.Y mal los políticos que no acompañaron al equipo español en Durban durante el lance con Alemania. Allí tenían que haber estado no sólo Zapatero y Rajoy, sino algún que otro vicepresidente o ministro, y por supuesto Duran Lleida, Cayo Lara y Rosa Díez. Si quieren ganar votos tienen que trabajárselos. Y el fútbol y «La Roja» son en estos días la mejor manera de hacerlo. Pero no aprenden.