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El buenismo de Tovar por José Clemente
El buenismo en política nunca da los resultados esperados. Bien al contrario, suele considerarse a quienes usan esta praxis simples buchiplumas, gentes carentes de toda personalidad, de fácil convencimiento y de extrema y peligrosa volatilidad. El informe de gestión presentado por Pedro Saura en el decimocuarto congreso socialista de Espinardo fue rechazado por una amplia mayoría de los delegados asistentes al mismo, que aún siendo grave por sentar un precedente único en la historia del socialismo local, más lo es todavía que los críticos provinieran de su propia ejecutiva, y que uno de los principales reproches consistiera en su «buenismo» con Ferraz, que le ha dictado en cada momento sus deberes con la Región, especialmente en materia hidrológica. Murcia nunca había pintado tan poco como en los gobiernos bajo el mandato de Zapatero, de los que Rubalcaba ha sido vicepresidente, ministro en varias ocasiones y sucesor en el último momento, es decir, corresponsable primero donde los hubiera. Y si los designios de Rubalcaba mataron a Saura, ya veremos que le sucede a González Tovar, quien a la mañana siguiente de formar equipo ya se descuelga con el mensaje de defender el agua del Tajo y la desalación más ruinosa y patética que se conoce en toda Europa. ¿Pero eso no era justamente lo que hacía Saura? Para tan corto viaje o seguir acatando las directrices de Ferraz a pies juntillas no hacía falta embarcarse en un congreso, excepto que el anuncio de Saura tras las autonómicas de no repetir sea un regalo envenenado al propio Tovar, quien sin apenas hacer ruido logró ponerle a todo el partido en su contra. Esto tampoco quiere decir que el nuevo secretario general haya sido un buenista, y de ahí que Saura recordara que los enemigos están fuera de casa, pero con quien no debe serlo de verdad es con Madrid, y en materia hidrológica parece seguir los mismos pasos de su antecesor, quien al menos en el último momento tuvo el coraje de admitir que se había equivocado, porque los intereses de los murcianos en su conjunto van por otro lado. González Tovar reescribe el guión de los deberes de Ferraz con el mismo convencimiento que lo hiciera antes Pedro Saura, defendiendo una desalación que ha resultado ser obsoleta por inservible y por constituir un despilfarro insoportable para el Estado y las autonomías, mientras vemos como un 75 por ciento del agua que cae sobre nuestras cabezas se desaprovecha. Todo ello está escrito en el cuaderno rojo de Rubalcaba, como mucho antes lo estuvo en el de Cristina Narbona, luego, más de lo mismo. El PSRM no aprende de sus propios errores y está condenado a repetirlos.
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