Estreno

«Falstaff» el estreno más gordo

Falstaff es, probablemente, el primer caso de «spin-off» del teatro: un personaje que tiene tanto éxito que prácticamente devora lo que le rodea y reclama para sí una obra propia. Shakespeare le dio vida en las dos partes de «Enrique IV», y aparece en «Las alegres casadas de Windsor».

La corte de los milagros: Locos, taberneras y príncipes conviven en «Falstaff»; en la imagen, Rulo Pardo, Carmen Machi, Raúl Arévalo, Pedro Casablanc y Rebeca Montero
La corte de los milagros: Locos, taberneras y príncipes conviven en «Falstaff»; en la imagen, Rulo Pardo, Carmen Machi, Raúl Arévalo, Pedro Casablanc y Rebeca Monterolarazon

Tan grande es, sin embargo, el excesivo, voraz, borrachuzo, desmadrado y alegre consejero del príncipe que se ha ganado para sí un puesto en la historia: Verdi lo tomó para su ópera homónima –inspirada en «Las alegres comadres...»– y Orson Welles para su película «Falstaff (Campanadas a medianoche)». Con este último tiene algo que ver el «Falstaff» que hoy estrena el Centro Dramático Nacional, dirigido por Andrés Lima y con dramaturgia del propio Lima y Marc Rosich. Ambos han adaptado todos los textos en los que aparece el gordo shakesperiano, unidos con extractos de «Ricardo II» y «Enrique V», cuyos protagonistas y hechos anticipan y continúan respectivamente la historia de «Enrique IV», y los han convertido en materia teatral única: «Está cubierto todo lo que Harold Bloom llama la "falstaffiada"y sus antecedentes políticos», cuenta con humor el director.

Aunque, como reconoce Rosich, «no puede hablarse de un texto nuevo: esto es puro Shakespeare. De hecho, es casi todo el de "Enrique IV"». Y es que esta tragicomedia en dos partes es la que contiene casi todas las líneas del protagonista. Lo matiza Lima: «Realmente, cuando lees "Enrique IV "no entiendes por qué la función no se llama "Falstaff"».

Este Falstaff, debidamente caracterizado, esconde a un gran actor llamado Pedro Casablanc, que ya ha trabajado con Lima antes: fue el Marat de «Marat-Sade». Junto a él estarán en escena Raúl Arévalo (como el príncipe Enrique) y Carmen Machi (en el doble papel de arzobispo, para el que aparece con una prótesis que la torna calva, y de la tabernaria Doña Rauda). Alfonso Lara, Sonsoles Benedicto, Jesús Barranco, Rulo Pardo y Rebeca Montero, entre otros, se reparten el resto de papeles. El propio Andrés Lima comparte escenario con ellos como el Rumor, un personaje alegórico a modo de narrador que aparece en la segunda parte de «Enrique IV» y que han incorporado a la función.

Una larga guerra

La historia de «Falstaff» es a la vez un retrato político y humano: en la Inglaterra que vive inmersa en la Guerra de los Cien Años, con conflictos sucesorios –Enrique de Lancaster, el padre del futuro Enrique V, depone a Ricardo II, al que dará muerte, y se corona como Enrique IV–, Falstaff guía por los senderos de la vida al heredero, más interesado en la existencia disoluta que en ser un buen monarca –una licencia de Shakespeare: al parecer, el verdadero Enrique V fue un joven valeroso y un gran general– , para vergüenza de su padre, mientras sus enemigos conspiran. «Hemos enfocado la traición y la amistad como los dos temas centrales alrededor de los que se levanta la función. Es una obra radical», asegura Lima.

Para el director habitual de Animalario –en el reparto de esta producción del CDN hay rostros habituales de los montajes de la compañía–, «Falstaff es el personaje más grande con el que me he encontrado, y por supuesto el más gordo. Trasciende a Shakespeare, se han hecho óperas, películas y obras sobre él. Aparte de un señor genial con un sentido del humor y unas ganas de vivir tremendas, con lo que todo ello conlleva, Falstaff es en sí una forma de entender la vida. Ante él, se colocan la política y la ambición como algo negativo». Está claro que el director tiene devoción por su protagonista. Es rotundo: «No acaba con él la sífilis ni la cirrosis, sino la pena por la traición de un amigo. Se muere de pena, y eso creo que lo dice todo sobre él».

Resume el director que el montaje es «un enorme canto a la vida», y aclara que «Falstaff es un ser humano de andar a pie, es tan de taberna que cualquiera desearía ser como él, pero sólo en el teatro: nadie se lo llevaría a casa. En el mundo de hoy sería muy peligroso». La dualidad, precisamente, entre el mundo de la corte y la taberna es otra de las características del universo del orondo noble: «Falstaff es tan rey como bufón», explica el director. «Es Don Quijote y Sancho Panza a la vez». Y tiene algo valle-inclanesco, cree el director, que percibe en el esperpento ecos del gran personaje shakesperiano. «La puesta en escena de la taberna es un poco la corte de los milagros, con algo de Brecht y de Valle-Inclán».

Retrasar la dieta

¿Acaso un poco como el antihéroe Torrente? «La idea de Shakespeare es meter toda su filosofía en un personaje tabernario, pero tiene un nivel intelectual muy alto. A todo le saca punta filosófica, aunque siempre lo hace dentro del juego de la burla permanente. No tiene nada que ver con ese personaje», responde Casablanc, y aña- de que «nos alejamos de cuanto puede ser lo chusco y lo español tópico en el montaje». Sonríe el actor cuando se le pregunta si hubo de engordar para el personaje: «Tengo tendencia a engordar un poquito. Nada más he retrasado la dieta». Y éste es un plato más que apetecible.


Dónde: Teatro Valle-Inclán. Madrid.
Cuándo: desde hoy hasta el 1 de mayo.
Cuánto: de 15 a 18 euros. Tel. 91 505 88 01.