Londres
Explosivos Sírvase usted mismo
«Comando África»
Preguntan al general Carter Ham, jefe del reactivado «Comando África» de los Estados Unidos, cuáles son las principales amenazas a las que van a enfrentarse sus hombres en Uganda y en la frontera entre Somalia y Kenia. Ésta es su respuesta: «Si me pregunta qué es lo que me quita el sueño, es la imagen del hijo de un inmigrante somalí con pasaporte estadounidense que regresa a casa después de haberse entrenado durante seis meses en un campamento islamista al sur de Mogadiscio».
A finales de septiembre, la CIA pasó un aviso a las autoridades egipcias alertando de que un convoy con armamento libio había pasado la frontera. Los egipcios rastrearon la ruta más directa hacia Gaza y, en efecto, esparcidas en un baldío encontraron, vacías, las cajas que habían contenido misiles antiaéreos portátiles y minas antibuque. Por las mismas fechas, un comando británico del SAS seguía la pista, a través de la frontera de Níger, a un envío de varias toneladas de explosivos plásticos, también procedente de los arsenales de Gadafi. Una patrulla del Ejército nigerino interceptó parte del cargamento –unos 600 kilos–, pero el resto desapareció en el desierto...
Las operaciones se han venido haciendo en dólares y al contado, impulsadas, dicen, en París y Londres, por el sospechoso habitual, Irán, y con destino a Hamas e Hizbulá. Puede ser. Los indicios de que los comandantes rebeldes libios han vendido parte de los arsenales capturados al mejor postor son muy inquietantes. Por ejemplo, al sur de Sirte, los observadores de «Human Rights Watch» han hallado 14 contenedores vacíos de misiles SA-24.
Un poco de bricolage y nada será lo mismo
Sin meternos en honduras técnicas, el SA-24 es un bicho muy peligroso. Los rusos lo diseñaron para que pudiera competir con el «Stinger» norteamericano, que fue su pesadilla en la guerra de Afganistán, y les salió muy bien: con su detector de infrarrojos puede derribar un avión o un helicóptero a más de cuatro kilómetros de distancia. A Gadafi, que tenía antecedentes terroristas, Moscú no le vendió la versión más letal, la que se dispara desde el hombro, sino la que se opera desde un vehículo y exige desplegar un montón de cables y equipos auxiliares. El problema es que el proyectil es el mismo y se puede adaptar como arma portátil con un poco de bricolage. No tendrá la misma eficacia, pero tampoco hay que ser muy fino para cargarse un avión comercial que despega con los motores a plena potencia.
Pues bien, faltan, que se sepa, los 28 misiles (cada contenedor almacena dos) de Sirte y hay confirmación fidedigna de que otros 14 SA-24, capturados por una milicia islamista libia, habían sido cargados en un camión el 26 de octubre con destino a Misrata. Los rusos, al comienzo de la guerra, informaron a la OTAN de que el total de misiles SA-24 en manos de Gadafi era de 400, con 28 lanzadores dobles.
No acaba aquí la galería de los horrores. Teóricamente, Libia había adquirido más de 20.000 misiles antiáreos portátiles de modelos antiguos, como los SA-7 y SA-9, de los que se ignora su paradero y el estado operativo en el que se encuentran. No debía ser muy óptimo cuando los gadafistas no han conseguido disparar ni uno solo, que se sepa. Pero, además, desperdigados por el desierto o abandonados en almacenes sin vigilancia hay explosivos suficientes para alimentar varias «insurgencias». Son bombas de aviación, proyectiles de artillería, cascos de mortero, minas navales, cohetes, granadas contracarro... El mismo tipo de material con el que, una vez reciclado, la resistencia iraquí y los talibanes afganos preparan sus bombas-trampa y sus camiones suicidas. Y, por supuesto, el armamento ligero, desde fusiles a lanzagranadas, que se cuentan por miles.
De Mauritania a Darfur no faltarán clientes
Los equipos de rastreo británicos y norteamericanos desplegados sobre el terreno han detectado dos rutas principales para este tráfico de armas. Una, hacia Darfur, donde la guerrilla, que ha perdido el apoyo que le proporcionaba Gadafi, teme una ofensiva de las fuerzas gubernamentales sudanesas. Otra, hacia Níger y Mali, donde operan los integristas de Al Qaida para el Magreb y donde, también, se han refugiado centenares de gadafistas. Saif al Islam Gadafi, sin ir más lejos.
Parece que aún quedan partidarios de sadam husein en Irak
El Gobierno iraquí se prepara para afrontar el «día después» de la retirada norteamericana. Como primera providencia, ha ordenado la detención de medio millar de antiguos miembros del partido Baas, el de Sadam Husein, así como de medio centenar de ex jefes militares. La justificación oficial es que están relacionados con la resistencia suní, que el jueves, sin ir más lejos, voló un centro comercial frecuentado por chiíes, causando más de 30 muertos. Ayer, miles de vecinos de los barrios sunitas, como los de Faluya, en la imagen, salieron a protestar contra las detenciones. Las pancartas auguran un recrudecimiento de la tensión sectaria, en cuanto se vayan los gringos.
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