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El bulo de El Bulli

Dos parejas logran el sueño de muchos. Cenar en el prestigioso restaurante de Ferrán Adriá, El Bulli. El procedimiento, para todos aquellos que lo quieran intentar, es muy sencillo, aunque sólo unos pocos afortunados lo consiguen. Ellos sí, y están dispuestos a disfrutarlo por todo lo alto. ¿Por qué no empezamos con una botella de vino de 600 euros?...

Interior de El Bulli, el famoso restaurante de Ferrán Adriá
Interior de El Bulli, el famoso restaurante de Ferrán Adriálarazon

El 1 de enero se abre la veda para conseguir mesa en El Bulli. Hay que mandar un correo electrónico pidiendo mesa e indicando más o menos ya la fecha exacta en la que se quiere y puede disfrutar la famosa comida deconstruida. Después, cruzar los dedos y esperar la respuesta del restaurante.María Martínez y Pablo García (nombres falsos, por supuesto) la han conseguido. Después de meses de espera, tienen mesa para cuatro y llegan al restaurante con un par de amigos. Contentos con ser unos de los pocos mortales en poder degustar el menú del equipo de Adriá -créanme, no es nada fácil-, deciden acompañar la velada con un buen vino. A María Martínez le gusta el que cuesta 600 euros. "Total, para una vez en la vida que estamos aquí, nos llevamos una alegría para el cuerpo"... El resto de comensales accede. Al traerles el caldo, los camareros murmuran y realizan toda una ceremonia al abrir la botella. A María Martínez le extraña, pero se siente especial. Poco después, la botella se acaba. Martínez vuelve a insistir a sus compañeros de mesa, ¿y por qué no pedimos otra? Total, ¿qué son 1.200 euros entre cuatro? Avisan al maître y es entonces cuando éste se dirige a la cocina. Al momento aparece el mismísimo Ferrán Adriá, quien se acerca a la mesa para descorchar él mismo el vino, servirlo y conocer a los que tanta importancia dan al maridaje. "En todos los años que he estado aquí, pocas veces habían pedido la botella más cara de la carta, pero nunca dos veces", les confiesa un Adriá contentísimo. "De hecho, les voy a invitar a la cena", remata.María, sorprendida, le pregunta: "¿La más cara? ¡Pero si son 600 euros!". En ese momento, el distinguido chef les explica que no, que ha habido un error, que cada botella son 6.000 euros, no 600. María le suplica, sonrojada, porque se equivocó al leer la carta. "Lo siento mucho, yo lo más que puedo hacer es invitarles a cenar, pero ustedes se bebieron la primera botella y la segunda ya está abierta y servida", le contesta Adriá. Tras una embarazosa conversación, el equipo de El Bulli accede a que los comensales puedan pagar las botellas de marras a plazos. Sin duda, los cuatro se acordarán siempre de esta velada.Seguramente usted haya escuchado ya esta curiosa anécdota. La persona que se la cuenta nunca conoce directamente a la pareja (es amiga de un amigo o de un conocido) y, sin embargo, llega a darle incluso detalles de las vidas de los protagonistas. Que si estaban pagando la hipoteca de un piso, que si tenían dos hijos...Uno tiende directamente a creérselo, sobre todo si se pide hablar con la pareja, residentes en Madrid -ella supuestamente trabaja en una entidad bancaria- y deciden no hablar porque "está muy avergonzada de lo que ha sucedido, simplemente quieren olvidar este mal trago"(nunca mejor dicho).Una larga carta de vinosAl ver la carta de vinos de El Bulli (http://vins.elbulli.com/_tradicional/tradicional.pdf) en la página 88 aparece el vino más caro de todos -un Romanée-Conti (Grand Cru) de 1999-. La botella, de 0,75 litros, cuesta 5.350 euros. Pese a que el precio está claramente marcado y se diferencia perfectamente del resto, uno puede pensar que al contar la historia se redondea hacia arriba y no hacia abajo. Sin embargo, al investigar la carta, de 154 páginas, ya parece mucha casualidad equivocarse justo con el más oneroso: es prácticamente imposible equivocarse en una cifra. Los precios del vino superior e inferior (428 y 856 euros, respectivamente) dejan clara la cuarta cifra de los 5.350 euros.Puede que usted siga creyendo en la historia, ya que pensará: ¿para qué alguien se inventaría una cosa así? ¿Con qué fin? Por éste motivo, el rumor corre como la espuma. De hecho, cuando Ferrán Adriá anunció su retirada durante 2012 y 2013, hubo quien volvió a sacar la anécdota a la luz. Y es que las fechas también bailan. Mientras que a este periódico le contaron que el error sucedió en enero de 2010 -que luego contrastó que efectivamente estaba cerrado-, ya en agosto del año pasado un bloguer colgó dicha información. En El Bulli, no saben cómo empezó todo, pero tampoco les alarma.Ferrán Centelles y David Seijas, sommeliers del restaurante, reconocieron a este periódico que efectivamente la botella más cara es un Romanée Conti de DRC del año 1999. "Alguna vez se ha vendido, pero nunca dos veces en una misma noche", reconocen a LA RAZÓN. También admiten que la anécdota ya les había llegado por distintos medios. "No sabemos dónde ha nacido el rumor, pero es lo que suele pasar con las leyendas urbanas". Centelles y Seijas explican que "llevamos más de 10 años sirviendo botellas en el restaurante, y podemos asegurar que durante este período no ha habido un 'incidente' de estas características"."No estamos en absoluto preocupados", declaran los sommeliers. Pese a todo, habrá quien siga creyendo que esto realmente sucedió y que desde El Bulli lo están intentado desmentir por todos los medios para no dañar la buena imagen del restaurante.Al final, se seguirá contando la anécdota cada vez que lea mal una cifra, salga Adriá en la televisión, se quede un año más sin cenar en El Bulli, o descorche una botella de vino cara. La historia podría haber pasado perfectamente y tiene todos los ingredientes de una buena leyenda urbana como la del perro, Ricky Martín y el armario, el cuerpo congelado de Walt Disney o los paseos en moto del Rey Juan Carlos. Mitos y leyendas que, según un estudio presentado esta semana por Anfabra (Asociación Nacional de Fabricantes de Bebidas Refrescantes Analcohólicas), se creen el 85% de los españoles. Nota del autor: si usted es uno de los cuatro comensales, sólo tiene que ponerse en contacto con este periódico. Y es que hay veces que es más fácil creer en lo imposible a afrontar la realidad.