Deportes
Seriedad y solvencia por Gaspar Rosety
Una Liga que comienza después de la visita del Papa sólo puede ser una gran Liga. Nos preparamos para la eterna discusión de quién será el mejor, el que mejor juegue, el que menos hable de los árbitros, el que mejor gestione sus recursos propios, el que fiche mejor y más barato, el equipo revelación... Literatura de bar. Parlamento callejero.
Nos adentramos en las entrañas de un campeonato que sigue siendo el mejor del mundo en muchas cosas y un dolor en otras. Tras la Supercopa, el listón de esta Liga ha quedado por las nubes. Sin embargo, la competición requiere una reflexión acerca de lo que quiere ser, cómo pretende conseguirlo y quiénes pueden y deben administrar tan enorme patrimonio económico, político y de impacto social. Urge la creación de una estructura adecuadamente normativizada que delimite y premie a los buenos administradores. Sólo así evitaremos las desapariciones y que clubes endeudados jueguen contra otros bien gestionados que cumplen sin despilfarrar. Necesitamos espantar los viejos fantasmas del pasado, las deudas, los incumplimientos, y fortalecer y condecorar la seriedad y la solvencia del campeonato. Sólo una Liga así podrá ser la mejor del mundo.
Aquí, como en todas las demás, hay dos Ligas, la deportiva y la de los gestores. La UEFA marca el futuro por ese camino cuando habla del Juego Limpio Financiero. Sólo así podríamos aspirar a recibir algún día la bendición apostólica, mientras en el recuerdo nos aparece Juan Pablo II, el Papa deportista y caminante, el hombre que nos une.
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