Letizia y Rania elegancia real

Más de uno se ha devanado los sesos intentando averiguar si todas las coincidencias de sus «looks» eran fruto de la casualidad o un gesto intencionado. Se vieron en Madrid en 2008 durante el viaje oficial de los reyes jordanos a España y, después de tres años, el reencuentro de ayer en la capital árabe tenía un aliciente extra.

Finalmente, durante la comida ofrecida a los Príncipes de Asturias en el palacio de Ammán, se consiguió la foto más esperada. Y las protagonistas no defraudaron: ambas optaron por un estudiado peinado en ondulaciones e impusieron la discreción como bandera –apenas lucieron complementos y con los colores neutros huyeron de histrionismos–.

Sobrias y sin excesos
Doña Letizia se cambió de ropa para el almuerzo. En un acto oficial durante la mañana se dejó ver con un traje de chaqueta gris tipo Chanel, camisa blanca, y se recogió el pelo con una trenza. Horas después lucía un vestido rosa palo de la nueva colección de su diseñador favorito, Felipe Varela. El estilo, con manga francesa realizado en seda «stretch», tiene un recogido transversal y originales detalles: dos pliegues en las mangas y un ligero drapeado en la cintura.

Los zapatos volvieron a ser de Magrit, unos «peep toes» de talón descubierto. En cuanto a joyas, Letizia llevó sus clásicos pendientes de oro blanco en forma de estrella y, como complemento, una cartera de mano a juego con el vestido.

Rania optó por un estilo más sobrio, un traje color piedra, compuesto por falda hasta la rodilla y chaqueta drapeada a juego con el cinturón del mismo tejido ceñido a la cintura. Los zapatos, de la firma Prada, iban cerrados, por delante y en color más oscuro y lucían coral en la puntera y en el tacón. Además, Rania optó por llevar sólo su alianza y unos pendientes de doble aro en dos oros.