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Rajoy se compromete ante Aznar a recuperar «viejos conceptos y valores»

El ex presidente del Gobierno y presidente de la Fundación FAES, José María Aznar, celebró hoy el contenido de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña, con la que considera que los jueces han sentenciado "que en España hay una única nación, la nación española".

El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy y el ex presidente del Gobierno y el presidente de Honor del PP, José María Aznar.
El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy y el ex presidente del Gobierno y el presidente de Honor del PP, José María Aznar.larazon

Un año más estas fechas dejan el ya clásico posado entre el ex presidente del Gobierno José María Aznar y el presidente del PP, Mariano Rajoy, con motivo de la clausura del Campus FAES. Rajoy llegó con un poco de retraso, pero aún así los dos se sometieron a la tradicional sesión fotográfica ante una mesa y dos sillas colocadas «ad hoc» para que las cámaras grabaran la conversación informal de menos de cuarto de hora que los dos políticos mantuvieron. Luego llegó el momento de los discursos, con la sombra del Estatuto de Cataluña y la manifestación independentista del sábado de fondo. Aznar se retiró un paso y dejó los focos al invitado, limitándose, por tanto, a señalar que con la sentencia del TC ha quedado claro que en España hay una única nación, la española, y un sujeto de soberanía, el conjunto de todos los españoles. El ex presidente pidió que se extraigan las consecuencias políticas y jurídico-institucionales derivadas de la «historia que nos ha conducido a la sentencia del Constitucional». «Lamentable historia de la sentencia en sí misma y de la agitación política resultante». Rajoy siguió pisando en este terreno ya hollado para acusar al presidente del Gobierno de haber actuado como «aprendiz de brujo» y de «esconderse» al haber visto las consecuencias de su «frivolidad». Nadie sabe lo que piensa, dijo de él Rajoy, y también le pidió que asuma la responsabilidad de sus actos en vez de echar la culpa a los demás. Por un lado, una dura andanada a Zapatero, «que un día dice una cosa y otro la contraria»; y, por otro, el guiño a la moderación y el mensaje de que el PP asume la sentencia que estima parcialmente su recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto. «El Constitucional afirma la soberanía nacional y la nación española. Hay 14 artículos inconstitucionales, 27 interpretados y 60 más interpretados para ajustarlos a la Constitución», sostuvo. Pero además de este discurso ajustado milimétricamente a la doctrina elaborada por la dirección del PP para fijar posición en la delicada arena catalana tras el fallo del TC, Rajoy metió la cuchara en clave interna. El partido está pacificado mientras se deja llevar por los cantos de sirena que pronostican una victoria en las próximas elecciones autonómicas y municipales, preludio de la de las generales. Nada une tanto como el olor a la victoria, incluso aunque queden flecos pendientes relacionados con las acusaciones de corrupción. Pero aún así los mensajes de partido siguen teniendo su relevancia, pese a que nadie se acuerde ya de algunas tormentas del pasado. Una de ellas, justo después de la segunda derrota en unas elecciones generales, fue a cuenta de los principios y valores, y de la discusión sobre si el nuevo equipo los defendería con la misma fuerza que el de Aznar. Este PP tiene poco que ver ni en caras ni en estrategia con el de 2004 o con el de 2008, pero Rajoy consideró ayer pertinente reeditar el mensaje de los grandes principios que conectan con la médula de su organización política. Y hasta se comprometió a convertir la recuperación de «viejos conceptos y valores» en uno de sus grandes objetivos políticos. Entre ellos, citó el derecho a la vida, la tolerancia, la mesura, el bien común o distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. «Los valores son el fundamento de todo, de una sociedad mejor, de las leyes, de la convivencia y del progreso», sentenció, antes de convocar a todos los españoles a un proyecto común. Rajoy sabe que en esa médula del PP todavía producen calambres algunas decisiones como la de hacerse la foto con el presidente del PNV, Íñigo Urkullu, y no tanto por la foto, como por lo que no se escuchó tras la reunión.