Nueva York

Woody Allen cantando bajo la ducha

El tenor Fabio Armiliato, una de las voces más importantes de la ópera, dispara su popularidad en EE UU gracias a su hilarante interpretación en «To Rome with Love»

Woody Allen cantando bajo la ducha
Woody Allen cantando bajo la duchalarazon

Normalmente, uno empieza cantando en la ducha, y si tienes buena voz, puedes llegar a hacerte famoso y cantar en la ópera. A Fabio Armiliato le ha ocurrido al contrario. Está a punto de cumplir los veinte años sobre los escenarios líricos más importantes del mundo, donde es muy reconocido, pero no ha sido hasta que cantó un aria bajo la ducha cuando no ha alcanzado la celebridad planetaria. Bien es cierto que el baño fue en un plató donde dirigía Woody Allen. El cineasta norteamericano y su equipo se quebraron la cabeza para encontrar al actor adecuado para interpretar al padre del futuro yerno de Woody Allen en el filme, cuya hija se enamora en las calles de Roma. Pues el personaje en cuestión es el propietario de una empresa de pompas fúnebres heredada al que Allen escucha cantar a través de la puerta del baño y, como productor musical, le ofrece empezar una carrera profesional en ese mundo. «Estuvieron dudando si contratar a un actor y luego doblar su voz en esa secuencia, pero al final optaron por un cantante que además supiera defenderse en inglés», nos dice un emocionado Armiliato a través del teléfono, que todavía no ha digerido este inesperado brote de popularidad en Estados Unidos, aunque ya había saboreado las mieles del éxito en el Metropolitan de Nueva York, lugar imprescindible de las grandes voces.

No es para menos, pues las críticas de «To Rome with Love» destacan este momento como uno de los más hilarantes de todo el filme y destacan su gran vis cómica. El propio Woody Allen se ha rendido a su pies: «Estuvimos buscando durante mucho tiempo a este personaje. Armiliato reunía todas las cualidades, pues había vivido en Nueva York, así que dominaba el inglés, es un buen intéprete y, además tiene una voz adorable, así que me siento muy afortunado del encuentro». Y va un paso más allá Armiliato: «Los dos encuentros que más me han impresionado en mi vida han sido los de Franco Corelli –una de las grandes voces líricas de la historia– y el de Woody Allen. El primer día que me encontré en los estudios con él para ensayar y veía su figura junto a la mía a través de los monitores no me lo podía creer».
Si en algo coinciden todos los artistas que han trabajado con el creador de «Hannah y sus hermanas» y «La rosa púrpura del Cairo», entre otras decenas de títulos, es que es más bien parco en sus explicaciones durante el rodaje. A muchos, simplemente, les da al inicio de la filmación una carta con sus impresiones del personaje y poco más.

Mucha voz y poco gesto
Armiliato, que ha dado vida a grandes tragedias líricas como «Tosca» o «Aida», pero que era virgen en esto de los guiones contemporáneos, solo recibió una indicación clave durante el rodaje: «Allen me indicó que debía sacar todo el partido a mi voz, pero que los gestos no podían ser tan grandilocuentes como los de la ópera, que debía gestualizar de la manera más natural posible», continúa el relato de esta primera experiencia cinematográfica a lo grande. Más allá de un triunfo personal, el tenor reconoce una pequeña victoria para el mundo operístico, pues, en ocasiones, se menosprecia la capacidad interpretativa de las grandes voces: «Afortunadamente, hay toda una generación de directores con los que he trabajado, como Robert Carsen, para quien los aspectos escénicos de cada espectáculos, están tan cuidados y son tan exigentes con los cantantes como en la parte vocal», detalla. Algunas de las grandes arias de la historia están incluidas en la banda sonora de esta nueva experiencia europea de Woody Allen que, aunque ya se ha estrenado en Estados Unidos e Italia, no llegará a las pantallas españolas hasta finales de septiembre. Concretamente suenan: «E lucevan le stelle», de «Tosca», «Nessum dorma», de «Turandot», «Son qua, son qua», de «Pagliacci»… «Agradezco mucho a Woody Allen que al hacer una película en Italia se haya acordado del mundo de la ópera», comenta.

El amigo Alec Baldwin
Por unos días ha cambiado de compañeros de trabajo. ¿Es más duro compartir plano con estrellas de Hollywood o escenario con divos líricos? «En la ópera puede que, en ocasiones, haya rivalidades, pero yo he encontrado un grupo de gente dispuesta a arroparme en todo momento». Gracias a esta experiencia se ha codeado no solamente con grandes nombres italianos como Roberto Begnini y Flavio Parenti, sino también con vacas sagradas norteamericanas: «Con Alec Baldwin puedo decir que he forjado una bonita amistad, pues además de rodar juntos hemos ido coincidiendo en los distintos estrenos. A Penélope Cruz no la vi en la filmación, pues ella pertenece a otra historia dentro del filme, pero sí en la ‘‘premiere'' y me emocioné una barbaridad, pues me dijo cosas muy bonitas. Imagínate, que te piropee una mujer como ella».

Tiene el calendario mucho más lleno que ninguno de ellos, pues en el mundo operístico se trabaja con años de antelación, aunque también están sufriendo la crisis como el resto de sectores. De hecho ya figura una cita en el Liceo para 2014, concretamente, «Tosca», en el coliseo de La Rambla ya ha interpretado en las últimas temporadas «Andrea Chénier», lo mismo que el Real de Madrid. Pero, de momento, prefiere no pensar en que le lleguen más proyectos de cine: «Comencé a rodar sin ninguna expectativa, por eso estoy disfrutando todo esto mucho más y prefiero que así siga siendo». No le ha ido nada mal, pues el 2 de agosto recogerá un Oscar (los primeros que se entregan en el mundo de la lírica) por su interpretación en la cinta de Allen.


A la ópera con palomitas
Muchos han sido los directores de cine a los que les ha tentado el mundo de la lírica. Y también bastantes los cantantes que han hecho sus pinitos en el mundo del cine y han cambiado un patio de butacas por otro. Por ejemplo, Joseph Losey en 1979 daba forma a un «Don Giovanni» cuyo reparto encabezaban Teresa Berganza y Ruggero Raimondi. En 1982, Zefirelli dio el protagonismo de «La traviata» a un joven Plácido Domingo, que se lució de la mano de la estupenda Teresa Stratas. Más reciente y apasionada es la versión que Anna Netrebko y Rolando Villazón han llevado a la pantalla de «La Bohème», inmortal y popularísimo título de Puccini que dirigió el rumano Robert Dornhelm.