Cataluña
OPINIÓN: Riesgos electorales
Corremos un riego: hablar de los problemas y no de las causas y las soluciones a los mismos. Que la situación está mal, lo sabe todo el mundo. Por ello, la ciudadanía que está padeciendo los duros efectos de la crisis económica (el paro) demanda soluciones a los mismos: primero, empleo, y si no lo hay en cantidades suficientes, protección social.
Ello quizás nos debería hacer huir de la criminalización del perceptor de ayudas públicas, ya sea de aquí o de allá, si no tiene acceso a la vía de su emancipación personal mediante un trabajo digno. Los gobernantes y los aspirantes a serlo – en el fondo todos los son cada cuatro años – no pueden ceñirse sólo a atender las demandas o las urgencias. Ellos están obligados también a proponer soluciones a las causas que la han originado. Y en una situación como la actual con causas globales y consecuencias locales, eso requiere discernir qué es lo más relevante y qué no lo es tanto. Ya sea en el origen del problema como en la solución del mismo. Ya sean de ámbito internacional o europeo como español. O ya sean mediante reformas estructurales como la financiera o la fiscal, o simplemente medidas paliativas. Eso debería conformar el debate electoral.
No obstante, todos sabemos que esos periodos electorales son malos tiempos para la lírica y corremos el riesgo de que se malgaste exclusivamente en la prolongación de esa práctica basada en la descalificación maniquea del adversario. Nadie se sorprenderá si con ese tipo de campaña se mantiene el alejamiento de la ciudadanía de la política. Porque no hablarán de lo suyo, aunque lo mencionen.
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