San José
Los mineros tendrán que trabajar en su propio rescate
Comienza el verdadero rescate. Veintiséis días después del derrumbe de la galería que dejó a 33 mineros bajo tierra, el plan dispuesto por el Gobierno de Chile entra en su fase principal. Se calcula que no serán menos de tres los meses que estos hombres permanecerán en el interior de la mina de San José.
Según las previsiones de las autoridades, en la pasada madrugada –hora española–, deberían de haberse iniciado ya las perforaciones para cavar un ducto vertical de unos 70 centímetros de ancho y 700 metros de profundidad por el que los obreros del yacimiento podrán salir a la superficie. Para ello, se ha ensamblado sobre el cerro del yacimiento una perforadora, desplazada no sin inconvenientes hasta esta remota zona, a 830 kilómetros de Santiago. El último problema, la demora en el envío de una pieza desde Alemania, postergó ayer el inicio de las operaciones más de doce horas. Expertos de la NASA –equipo técnico, psicólogos y nutricionistas– asesorarán al equipo de rescate y a los trabajadores atrapados para facilitar la dura y larga tarea de «desenterrar» a los 33 mineros. La Raise Borer Strata 950 –el llamado «martillo de la esperanza» se adentra entre las rocas a una velocidad de 20 metros al día y por ello la llegada al refugio subterráneo se demorará tantas semanas.
Pero además, hay que tener en cuenta todos los elementos para determinar el tiempo total que va a llevar la compleja operación de rescate: en sus cálculos, los expertos han tenido en cuenta los imprevistos, fallos mecánicos, tiempos de mantenimiento y reparación de las máquinas a los que se enfrentarán, con toda seguridad, en los próximos meses.
Trabajo duro para los mineros
Pero las labores de rescate no competerán exclusivamente al equipo que desde el exterior controlará las operaciones. Los propios trabajadores atrapados en la mina San José deberán participar, retirando entre tres y cuatro toneladas de rocas desprendidas por la perforadora, en estrecha colaboración con el operativo de rescate. Los mineros se organizarán en turnos de 24 horas, separados en cuadrillas compuestas por seis personas.
Las rocas caerán mientras es perforado el estrecho túnel por donde podrán acceder a la superficie. El trabajo más duro para los mineros no será inmediato. Pasarán uno o dos meses para que las grandes cantidades de rocas comiencen a caer, compaginando el trabajo con el comprensible desgaste físico y psicológico.
Los mineros cuentan con el equipo básico para estas tareas, tales como carretillas y barredoras de tamaño industrial a batería. El orificio probablemente terminará a unos cientos metros de donde los mineros tienen su refugio principal, dándoles así espacio para poder manejar y acumular las rocas.
Por otro lado, la elevada temperatura y la persistente humedad que está afectando a los mineros han hecho que los equipos de rescate hayan decidido ordenar la mudanza del campamento que los trabajadores usan en el interior de la mina hacia un punto más profundo por considerarlo más seguro. El nuevo emplazamiento estará situado 250 metros más abajo de la ubicación del refugio que actualmente ocupan.
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