Bruselas

El móvil de Zapatero echa humo

Sus llamadas en busca de apoyos al tijeretazo se han multiplicado en las últimas jornadas. Moncloa avisa de que «la calma llegará a la Bolsa si se evitan las fisuras y las muestras de debilidad entre la clase política».

El presidente apenas se ha separado de su teléfono móvil en una de las semanas más difíciles de su mandato
El presidente apenas se ha separado de su teléfono móvil en una de las semanas más difíciles de su mandatolarazon

La cuenta atrás ha comenzado. A cinco días de la convalidación del tijeretazo, La Moncloa se ha convertido en un continuo ir y venir de asesores. Los teléfonos echan humo. El presidente en persona se ha lanzado a una carrera de fondo en busca de apoyos para su causa. Su meta es trasladar a los mercados y a Bruselas que en el Parlamento español «todos remamos en la misma dirección» para salir de la crisis. Se trata de demostrar que «estamos a una como en Fuenteovejuna», asegura a LA RAZÓN un destacado miembro del Gobierno. El Ejecutivo tiene claro que el tijeretazo por sí solo no saciará la sed de ganancias de los especuladores. «La calma llegará a la Bolsa si se evitan las fisuras y las muestras de debilidad entre la clase política española», advierten en La Moncloa. Para ejemplarizar la imperiosa necesidad de transmitir esa imagen de unidad política fuentes del Gobierno rememoran lo acaecido en la reunión que mantuvo el martes pasado en el Congreso una delegación del FMI con los miembros de la Comisión de Economía.

Durante algo más de una hora, los integrantes del Fondo sondearon a sus señorías sobre si existía o no consenso en torno al mayor recorte social de la historia. Los delegados del FMI abandonaron la Cámara Baja con el convencimiento de que en España cada partido va por su lado y que el Ejecutivo está solo en esta aventura por propia voluntad.Los especuladores entienden esta división como un signo de debilidad. Por eso La Moncloa ha diseñado una estrategia para convencer a los indecisos de las bondades de su plan de ajuste, en la que se han involucrado, como no podía ser de otra manera, el presidente y sus ministros de Economía y de Fomento. Este último volcado, espacialmente, en una campaña divulgativa sobre «los necesarios recortes». A partir de la próxima semana se emplearán en cuerpo y alma en esta campaña informativa los cargos socialistas autonómicos y municipales.En sus casos, se trata de contrarrestar el efecto negativo de estas medidas en las próximas citas electorales autonómica y municipal de julio de 2011. En esta campaña también participan el vicepresidente tercero, a la sazón presidente del PSOE, Manuel Chaves, y la vicepresidenta primera, Teresa Fernández de la Vega. Pero, sin duda, es el presidente quien está poniendo toda la carne en el asador. Zapatero no ha escatimado esfuerzos para intentar convencer dentro y, sobre todo, fuera de su partido de que el momento elegido para su severo plan de recortes es el adecuado y no hace dos años cuando lo reclamaba por activa y por pasiva la oposición. Con este banderín de enganche, se ha lanzado a la busca de adeptos para su causa. Tres días después de presentar su plan de recorte del déficit público en más de 15.000 millones de euros, telefoneó al portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Duran Lleida. El presidente recurrió a su tono más seductor para convencerle de la necesidad de las medidas. «Ya sé que son impopulares, pero son las que necesitan el país», reconoció. El tono de la conversación fue cordial, como es habitual en este tipo de llamadas.

Incluso Zapatero bromeó con que, al día siguiente, la VI Cumbre UE-Latinoamérica le impediría presenciar la victoria por cuatro goles de su equipo el Barça frente al Valladolid. El jefe del Ejecutivo aprovechó la ocasión para contactar también con Iñigo Urkullu, presidente del PNV. La conversación con el nacionalista vasco transcurrió por derroteros similares a la que mantuvo con el líder de CiU. El seguidor del Barça no sólo se perdió el partido el domingo pasado, sino que estuvo «secuestrado» durante cuatro largas jornadas en el madrileño recinto ferial Juan Carlos I de reunión en reunión, sin posibilidad de dedicar unos minutos a otras cuestiones.

Por eso su intención era contactar con el líder de la oposición Mariano Rajoy tras el Consejo de Ministros extraordinario del pasado jueves, una vez aprobadas las medidas de ajuste. Amén de realizar una segunda ronda de llamadas a los dirigentes nacionalistas. Pero Zapatero no es el único miembro del Gobierno que en estos días intenta ganarse la voluntad de los distintos partidos.

La vicepresidenta económica, Elena Salgado, contactó este viernes, en diversas ocasiones, con el portavoz de CiU en el Congreso para explicarle las medidas aprobadas un día antes. Salgado hizo lo propio también con Josu Erkoreka, portavoz del PNV en la Cámara Baja. Después de este intenso cruce de conversaciones y llamadas, el PP, el PNV y CiU inclinan el fiel de la balanza hacia la abstención en la convalidación del plan de ajuste. Lo harán, conscientes de la urgencia en la que se halla el país, por responsabilidad, aunque el cuerpo les pida la celebración anticipada de elecciones generales.