Barajas

España no era la tierra prometida tras la prisión

«Queríamos insertarnos en la sociedad española, disfrutar de ella, pero no ha sido posible». Así resume el disidente cubano José Miguel Martínez su paso por España.

España no era la tierra prometida tras la prisión
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MADRID- El 24 de septiembre del año pasado pisaba el aeropuerto de Barajas en virtud de un acuerdo alcanzado entre la dictadura cubana y la Iglesia católica bajo los auspicios del Gobierno de Zapatero. De los 40 presos que llegaron a nuestro país para establecerse, tan sólo 16 han querido quedarse. El resto, como Martínez, lo ha intentado. Sin éxito. El Gobierno español –explican– no ha cumplido su parte del trato y han decidido emigrar a tierras más prometedoras. Martínez prepara estos días su viaje a EEUU, donde vive uno de sus hijos. Aunque el temple y la serenidad que otorgan más de siete años entre rejas le impide declararse infeliz, este preso sí afirma que se ha sentido «usado» por el Ejecutivo socialista. «Nosotros fuimos la moneda de cambio para que España y Cuba lograran que la UE modificara la Posición Común. Nuestra liberación debía haber sido un fin, no un medio». Economista de carrera, este líder de la oposición a los Castro dice que el «mutismo» de las autoridades españolas hizo evidente la ausencia de voluntad de solucionar su situación. Pese a que cada ex preso de conciencia y su familia recibe una ayuda mensual que cubre el alquiler y las necesidades básicas, la enorme dificultad para homologar sus títulos les imposibilita conseguir trabajo. Tampoco les han ayudado a conseguir el estatuto de refugiados políticos.
Martínez fue uno de los últimos en llegar. Cuenta que le costó horrores tomar la decisión de aceptar el trato. Al menos 12 militantes del Grupo de los 75 eligieron seguir en la cárcel. A José Miguel lo convenció su madre. «Después de una visita, que fue toda una batalla campal, mi madre me imploró que aceptara, que mi mujer y mis hijos querían disfrutar de mí, que les diera una tregua». Finalmente claudicó, por ellos. No se arrepiente.
Durante estos meses, LA RAZÓN ha recogido el testimonio de otros muchos cubanos descontentos. Algunos lamentan tanto haber venido a España que han solicitado volver a Cuba. Volver a prisión. Otros han iniciado huelgas de hambre para llamar la atención. Todo parece haber sido en vano. No se han sentido acogidos y han decidido emigrar para empezar de cero. Lejos de Cuba, otra vez.