Comunidad de Madrid

«El Ramoncín»: un peligro social

El último de los menores que participó en el asesinato de Sandra Palo sale de prisión tras cumplir 9 años. El juez le quita la libertad vigilada pese a que un informe de Instituciones Penitenciarias le calificó de «disocial» 

«El Ramoncín»: un peligro social
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MADRID- Nueve años han pasado desde el asesinato de Sandra Palo y los tres menores («El Ramón», «El Ramoncín» y el afamado «El Rafita») que aquel 17 de mayo de 2003 metieron a la joven de Getafe en un coche cuando esperaba el autobús, la llevaron hasta un descampado, la violaron y después de atropellarla varias veces, la prendieron fuego, están en la calle y sin mácula de aquello en su expediente.

A las 9:00 horas de ayer, «El Ramoncín», el último de los entonces menores que quedaba en prisión, recibió su carta de libertad de la cárcel de Navalcarnero, después de que el pasado 9 de mayo el Juzgado número 7 de menores diera por finalizada su condena (ocho años más otros once) de internamiento y le eximiera de los cinco años de libertad vigilada que, según el auto por el que fue condenado en 2003 con 16 años, le quedaban por cumplir. Todo esto a pesar de que según los informes psicológicos a los que ha tenido acceso LA RAZÓN coinciden en señalar que el ex recluso supone un más que evidente riesgo para la sociedad.

Ramón Manzano Manzano, «Ramoncín», ahora tiene 25 años y pisa la calle nueve años después del suceso sin ningún tipo de vigilancia ni seguimiento, después de ser condenado en virtud de una Ley de Responsabilidad Penal del Menor que se puso en cuestión por primera vez tras este caso y que posteriormente volvería a la palestra con otros como el de Marta del Castillo.

Bajo el paraguas de esta norma se condenó a los dos menores que por entonces tenían 16 años, «Los Ramones», a ocho años de reclusión en un centro de menores en régimen cerrado y a otros cinco de libertad vigilada. En 2010 y a dos años de terminar su condena, la Justicia decidió trasladar a «El Ramoncín» a una cárcel de adultos. Había alcanzado la edad de 23 años y sólo una evolución ejemplar le hubiera permitido permanecer en el centro de menores infractores de la Comunidad de Madrid. Pero los informes sobre su conducta en el centro no fueron positivos. De hecho calificaron su estancia de «irregular» y con «altibajos». Y los psicólogos que por entonces le trataban añadieron más: Ramón Manzano Manzano padecía un «trastorno psiquiátrico». En estos dos últimos años no parece que su evolución haya mejorado. Según fuentes de Justicia consultadas por LA RAZÓN, la evaluación que Instituciones Penitenciarias ha realizado sobre «El Ramoncín» determina que el joven de 25 años padece un «trastorno disocial» (ver el análisis del experto para conocer su sintomatología y sus riesgos).
La Agencia del Menor Infractor recibió este informe para compararlo con el que ellos realizaron en 2010 y presentarle al Juzgado número 7 de menores los resultados de su evaluación antes de la vista del pasado 9 de mayo. Tras conocer el «diagnóstico» de Instituciones Penitenciarias, la Agencia del Menor determinó, en un informe realizado en abril de este año, la necesidad de que Ramón Manzano cumpliera los cinco años de libertad vigilada y así se lo trasladó al juez para la vista del pasado 9 de mayo. La defensa de Manzano se opuso a ello y solicitó al juez que le dejara en libertad y únicamente se le sometiera a «vigilancia ambulatoria». Sin embargo, el magistrado decidió darle plenas libertades, en un a fallo que, pese a que posteriormente fue recurrido, la Audiencia finalmente lo ratificó.

Estas conclusiones vienen a ratificar las incluidas en los informes elaborados durante todos estos años y que ponen el acento sobre la potencial peligrosidad de «El Ramoncín». Ya en 2008, la Universidad Complutense aseguraba que el joven «tenía una ausencia de remordimientos, conducta de manipulación y una marcada minimización y justificación de los delitos cometidos». Este informe también incidía en sus «actitudes antisociales y una baja asunción de responsabilidad de las acciones que comete». Actitudes que ya mostró en los primeros meses que permaneció en un centro de menores, en donde las personas que le trataron ya advirtieron «comportamientos inestables».