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Roma

Pedro y Pablo por Luis Emilio Pascual

Pedro y Pablo por Luis Emilio Pascual larazon

El evangelista Mateo ponía en boca de Jesús la diferencia entre construir sobre arena o construir sobre roca firme: «cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió porque estaba cimentada sobre roca». Acabamos de volver de la Peregrinación Diocesana anual a Lourdes; allí nos hemos acercado a la Gruta de Massabielle, la roca donde María se hizo presente hace de 154 años, invitándonos a través de Bernardita a la conversión, la penitencia y la celebración y adoración eucarística; en definitiva, a considerar a Cristo como roca sobre la que edificar la vida. ¿Sobre qué roca construye hoy el ser humano su vida?

Celebramos hoy, litúrgicamente, la solemnidad de San Pedro y San Pablo. La Iglesia celebra con ellos su fundamento apostólico, mediante el cual se apoya en la piedra angular que es Cristo. Pedro y Pablo son las dos columnas sobre las que se asienta la Iglesia. El pescador de Galilea y el tejedor de tiendas y perseguidor de cristianos experimentarán el encuentro con Cristo. Simón, el de Betsaida, será «kefas», piedra, y recibirá el encargo de guiar y confirmar a los hermanos a pesar de su frágil temperamento. Pablo de Tarso, hombre de espíritu vivaz y brillante formación rabínica recorrerá el Mediterráneo anunciando el Evangelio de la salvación, desde la «necedad de la predicación». La evangelización, en ambos, no se apoya en un mensaje intelectual sino en una experiencia profunda, sufrida, madurada, y atestiguada hasta el punto de dar la vida. Ambos recibirán en Roma la palma del martirio y la unidad en la caridad, convirtiéndose en ejemplo de diálogo entre institución y carisma, para el progreso en el camino de la vida cristiana.

«El momento de mi partida es inminente; he combatido el buen combate…he guardado la fe»; así se confiesa, a modo de testamento, Pablo con su fiel Timoteo. El evangelio narra la escena del primado de Pedro en Cesarea de Filipo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». Pablo y Pedro, Pedro y Pablo, la Iglesia de Jesucristo. La Iglesia no es una sociedad de librepensadores, sino la comunidad de los que se unen a Pedro y a Pablo en la proclamación de la fe en Jesucristo. Quien edifica la Iglesia es Cristo... que fue quien eligió a Pedro y a Pablo. Pedro no es sino un instrumento, la primera piedra del edificio; Cristo es la piedra angular. Sin embargo, desde ese instante no se podrá estar verdadera y plenamente en la Iglesia, como «piedra viva», si no se está en comunión con la fe de Pedro y su autoridad o, al menos, si no se tiende a estarlo. Ya lo dijo San Ambrosio hace quince siglos: «Ubi Petrus, ibi Ecclesia» («Donde está Pedro, allí está la Iglesia»).

No se puede ser Iglesia sin Pedro, y hoy Pedro se traduce Benedicto XVI, es alemán y se llama Joseph Ratzinger. Es el «siervo de los siervos del Señor», roca sobre la cual Jesús construye hoy, en los albores del tercer milenio, su Iglesia. ¡Gracias Señor por Benedicto XVI! ¡Gracias Santo Padre por ser instrumento de Dios para el mundo!